Todos -no hay quién no lo haga- vamos hacia la cotidianidad narrando mentalmente lo primero que se nos viene a la cabeza. Me recuerda aquello que decía de pronto Poli Délano: escribimos y escribimos constantemente aunque no lo plasmamos en el papel. Las ideas vienen, las ideas también pueden irse para siempre pero nos habremos de quedar con lo que nos preocupa o nos importa. En esa perspectiva es verdad: la escritura es de todos.
Alguna vez leí que algunos autores han comenzado una gran obra de corrido, sin parar hasta su conclusión. Pienso en la famosa anécdota contada por Jack Kerouac cuando decía que metió a la máquina de escribir un rollo interminable de papel y se encerró días enteros hasta terminar “En el Camino”.
El caso contrario es que nadie duda que aparece el “bloqueo” como una cerradura sin llave, no se puede continuar quizá hasta que aparezca un nuevo destello. Las experiencias y los rituales son interminables. No hay duda, sin embargo, que quien escribe lo hace como cualquier otro oficio.
Es una rara combinación de elementos: lecturas asimiladas, vivencias, imaginación, temas, enfoques, maneras de “contar un argumento”, etcétera. Demostrado está por igual que “lo contado” debe contar con un filtro para que la realidad sea creíble.
Ningún género literario está a salvo de lo anterior.
Pero el tiempo es que juzgará finalmente. No hay prisa porque no lo sabremos; salvo los clásicos, nada de lo contemporáneo tiene un sitio en el futuro.
Entonces quedará la incógnita, indiscutiblemente la incógnita.
Reparar en los detalles, buscarle su lado estético, hablar -y escribir- honestamente. Todo se vale en la ficción mientras la deshonestidad no sobrepase los límites de la puerta. Y bueno sí: “Lo que natura non da Salamanca no lo otorga”.
Aventar el arpa no sería justo, siempre hay un reto (ante la adversidad) que se presenta súbitamente como una pesada cadena. Es responsabilidad de cada uno enfrentarlo y -en todo caso- resolverlo. Si no se puede en el momento no queda más que esperar, esperar.
El tiempo no perdona, corroe. Debe ser por eso que se llega a una etapa en la que se “prioriza” lo que se debe hacer. O ya no habrá manera de hacerlo. Eso es todo pero no es sencillo.
Vivimos una etapa pobre: los temas de escándalos políticos parecen tener un éxito extraordinario. Sigo apostando a la ficción, sin duda.
Juan Gerardo Sampedro
twitter: @Coleoptero55