Política

2018: la ausencia de debate

  • Sin coincidencias
  • 2018: la ausencia de debate
  • Juan Gabriel Valencia

El camino hacia 2018 se congestiona de falsos debates. A escala nacional se traza ya la senda de la discusión. ¿Quién es el más corrupto y el más autoritario? La casa blanca, como haya sido, reflejó una gestión de crisis desastrosa y una pérdida absoluta de la sensibilidad del Presidente de la República ante el clima de percepciones, sensibilidad que poco tiempo atrás lo había conducido a la candidatura del PRI y a la Presidencia de México. La suma de éxitos no resulta necesariamente en infalibilidades. Y de ahí en adelante, hasta el nombramiento de ayer de Paloma Merodio en el Inegi para poner en evidencia, nada más, como diría en célebre grabación telefónica el líder priista del Senado, “cómo chingados no”. Se da por descontada la actuación del recaudador del lopezobradorismo, su secretario particular, René Bejarano, al que López Obrador rápidamente se apuró en negar tres veces. O la parejita delegacional Imaz-Sheinbaum, que si no cobraban extorsiones al menos eran presuntos practicantes de lavado de dinero. O Gustavo Ponce, ex secretario de Finanzas de AMLO, cuyo silencio es literalmente de oro después de cuatro años de prisión, aunque Alfonso Romo y sus conversos privilegien la honradez de su nuevo líder moral. Caminos a Damasco y cristianos primitivos hay en todos los países y en todas las épocas. O la guerra de Calderón y su parejita obsecuente con 126 mil muertos que de todas formas en su mayoría eran criminales y se mataron entre ellos. ¿Eso es lo que enseñaba la maestra del Asunción a sus alumnas? Y el destino desconocido en gasto corriente del excedente petrolero a 105 dólares por barril. Margarita Zavala debería saber que la mejor defensa del pasado de su cónyuge es ignorarlo.

Existe un presente mexicano en curso que no está a discusión y que es lo único relevante en la decisión 2018. Sobre las reformas estructurales, Margarita Zavala y Ricardo Anaya no tienen opinión o no se han enterado. Imposible discutir, por tanto, su postura frente a temas que implican la viabilidad no solo del Estado mexicano sino de la nación. López Obrador ya dijo que no a las reformas educativa y energética, más allá de sus claroscuros, las más importantes del sexenio.

Si la posición de AMLO es de rechazo, ¿qué a cambio? Se equivocan por ingenuidad o ignorancia quienes postulan la irreversibilidad de esas reformas. En el caso de la reforma educativa, bastaría en 2019 una decisión administrativa de no cambiar la educación de los normalistas para matar la reforma. Sin modificaciones legales ni aspavientos. Es suficiente con nombrar a un maestro de la sección 22 como subsecretario de Educación Media Superior. Así de sencillo. Con la energética es lo mismo. Basta nombrar a la cocinera secretaria de Energía para que la inversión se paralice. Sin reformas legales. Solo posponer la discusión del TLC para después de la elección difiere a plazo indefinido las ventajas del tratado. El gobierno ha puesto sus cartas sobre la mesa, con deficiencias de instrumentación y peor comunicadas. Para AMLO, ¿cuál es el qué, para qué, cómo? Eso es secundario. Sus conversos nice dicen que es honrado. Hacia 2018.

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