Para adentrarnos al empeño pedagógico vertido en el libro Introducción a la Psicología social. Descubrimientos clásicos y estudios actuales (Trillas, 2017) de Luis Felipe El-Sahili, diré que nuestro autor hace uso del "conjunto de rasgos que, en el empleo de su idioma, caracterizan a un hablante en un momento dado". A decir de Oswald Ducrot, en el Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, declara que "este término [Idiolecto] nombra la manera de hablar, propia de un individuo, considerada en lo que tiene de irreductible a la influencia de los grupos a que pertenece este individuo".
Aparece un guiño favorable al respecto en el Prólogo de la obra que hace el doctor Raúl Rojas Soriano cuando apunta que "el doctor El-Sahili escribe (...) las distintas corrientes relacionadas (...) con el desarrollo de la Psicología social...". Y líneas adelante señala "el interés que tiene el autor por cuidar la escritura para que resulte amena, y de este modo, puedan comprenderse más fácilmente los diversos temas que se incluyen en el volumen".
Allí tienen ustedes el principio del empeño para saber comunicar, a través de la enseñanza infinita, a los discentes (estudiantes o aprendices Arrigo Coen Anitúa dixit) por parte de un maestro.
Y ora que me acuerdo: nuestro autor no es un ratón de biblioteca que vive alejado de las experiencias del mundo en una artificial soledad de una ciudad universitaria, sino un político, un militar y viajero, no un simple hombre de pensamiento, sino también de acción, pues realiza grandes cosas lo mismo que las escribe. (Oscar Wilde, Crítica histórica)
Pues bien: dicho esto, traigo a esta audiencia aquella carta del citado Wilde que escribió al director del Diario de la Crónica (24 de marzo de 1898) cuando le publicaron un artículo sobre las reformas que son urgentemente necesarias en el estúpido y bárbaro sistema penitencial actual (en Inglaterra).
La señalada reforma hablaba de incrementar el número de inspectores y visitadores oficiales que tienen acceso a nuestras prisiones.
Wilde les revira afirmando que "una reforma como esa es enteramente inútil". Y propone entonces que "las reformas necesarias son muy simples. Se refieren a las necesidades del cuerpo y a las del espíritu de cada recluso".
Recordemos que las prisiones inglesas permitían tres castigos autorizados por la ley. A saber: 1) El hambre, 2) El insomnio y, 3) La enfermedad.
"El actual sistema de las prisiones", apunta Wilde, "parece tener por objeto destruir y corromper las facultades mentales".
Si el autor de Balada de la cárcel de Reading considera a los médicos como a las personas que ejercen la profesión más humana de nuestra sociedad. Hace una excepción con los médicos de las prisiones; "tienen unas maneras brutales, un áspero carácter y no se preocupan de la salud de los reclusos ni de su curación".
Las reformas que propone el autor inglés son simples, prácticas y humanas y para conseguirlo pide la intervención: "fuerte presión de la opinión pública", anota; concluye que "la primera tarea, y quizá las más difícil, es humanizar a los directores de las prisiones, civilizar a los vigilantes y cristianizar a los capellanes".
Esto lo señalo por la entrada al Capítulo 1 del libro de Luis Felipe El-Sahili donde aparece que: "La psicología social es la ciencia que estudia cómo lo pensamientos, emociones y comportamientos individuales se forman por efecto del contacto con otras personas (Angarita Arboleda, 2008). Esta ciencia permite conocer los fenómenos que ocurren al común de las personas y observar con mayor agudeza el mundo social y sus relaciones; también incrementa la objetividad para juzgar los actos humanos y colabora en la comprensión de los comportamientos y su relación con las situaciones, no sólo para analizar a los demás, sino para entender mejor las propias reacciones. Aunque es una de las ramas de la psicología, también tiene nexos con la sociología".
Seguro habrán notado que encaja el antedicho caso de las cárceles con la esencia de la psicología social y su enlace, nexo, con la sociología. El libro entonces nos lleva de la mano por lo interdisciplinar junto con el análisis pormenorizado de los individuos, las familias, las sociedades, así como las metodologías de la investigación.
Invita a los leyentes a una posible construcción de un proyecto educativo particular donde está caracterizado por una serie de objetivos por cumplir y, qué mejor manera de conseguirlos que planeando, sistematizando un esfuerzo conjunto. (Cipriano Olmos, 2002).
Merece la pena atenderlo.
*Texto leído en la presentación de libro en la pasada 28 Feria Nacional del Libro de León 2017.