Políticamente incorrecta fue la invitación que realizó Xóchitl Gálvez Ruiz a Santiago Creel para que coordine su campaña, puesto que este importante cargo debe tener el aval tanto del PRI como del PRD.
Lo cierto es que, cuando la hidalguense fue nombrada por el presidente Fox directora de la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Beatriz Paredes Rangel ya había sido diputada local, dos veces diputada federal, gobernadora, dos veces embajadora, dos veces subsecretaria de Estado, secretaria del CEN del PRI y senadora.
Trayectoria que coloca en un dilema al priismo: apoyar la candidatura carismática y locochona de Gálvez Ruiz o, siendo congruentes, ir con Paredes Rangel, quien ha confirmado en los foros tener una mayor expertise política y capacidad de gobierno.
Nacida el 18 de agosto de 1953, Paredes Rangel fue diputada local en 1978, diputada federal en las legislaturas LI, LIII, LVIII y LXI, siendo presidenta de la Mesa Directiva y de la Jucopo.
Fue dirigente nacional del PRI, embajadora en Cuba y Brasil, senadora en dos ocasiones, gobernadora de Tlaxcala cuando Américo Villarreal Guerra lo era en Tamaulipas, tres veces subsecretaria de la Segob y una de la Reforma Agraria, consejera de Banrural, Banobras y titular de la Comisión Nacional de Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas.
Un currículum impresionante que engulle al de Gálvez Ruiz, quien ha sido jefa de la Delegación Miguel Hidalgo, funcionaria con Fox, senadora y empresaria galardonada.
Aún así, el priismo apoyará el carisma de Bertha Xóchitl, sacrificando la indudable capacidad de gobierno de Beatriz Elena, en una muestra de pragmatismo puro.
La lógica tricolor es muy sencilla: para gobernar a México primero hay que derrotar a la “corcholata” del Presidente López Obrador y, en consecuencia, apoyar la candidatura más taquillera que representa Gálvez Ruiz.
Porque, tomando en cuenta la revisión que realiza el INE sobre el número de afiliados de cada partido (no menor al 0.26% del Padrón Electoral) con la mano en la cintura, la priista ganaría el proceso interno.
Revisión que no deja lugar a la duda: el padrón del PRI es cinco veces mayor que el del PAN, que apenas libró la valla del 0.26%.
Lo sabe Alito.