La apremiante situación que viven los regiomontanos por la falta de agua debe obligar a los laguneros a tomar medidas antes de que sea demasiado tarde.
Las autoridades locales están realizando esfuerzos para que haya suficiente presión en las tomas domiciliarias, pero se topan con la ineficiencia de la Comisión Federal de Electricidad y sus constantes y generalizados apagones y con un sistema operador de aguas y saneamiento en estado desastroso, a lo que hay que agregar la falta de cultura y conciencia en torno al cuidado del vital líquido.
A pesar de las advertencias y llamados, todavía hay personas que, bombita de por medio, riegan patios, cocheras y banquetas con el chorro de la manguera, desperdiciando criminalmente el escaso recurso hídrico.
La autoridad se está demorando en la aplicación de sanciones administrativas y económicas.
Hasta ahora los funcionarios municipales han dialogado con representantes de hoteles y restaurantes para convocarlos a instalar dispositivos en sus negocios que permitan reciclar el agua.
En Torreón “estamos bien” si nos comparamos con Monterrey. Pero hay advertencias en el sentido de que la apremiante situación en la Sultana del Norte podría generalizarse en todo el país, sobre todo en el norte, de no tomarse las medidas adecuadas.
En Monterrey se crean filas para obtener un garrafón de agua, se registran saqueos de tanques de almacenamiento por parte de vecinos de colonias populares que no tienen acceso ni a las pipas.
No hay hielo, y escasea lo mismo la cerveza que la leche, así como el agua embotellada, a tal grado que los regiomontanos se están trasladando hasta Saltillo para conseguir el vital líquido.
Las autoridades admiten que la situación puede impactar negativamente en el desarrollo inmobiliario.
El gravísimo problema se atribuye no sólo a la sequía como consecuencia del cambio climático, que no se había visto en más de 20 años, sino también a políticas ineficientes de los gobiernos y a la desatención del mismo.
Mientras tanto, agrupaciones en defensa del agua advierten que los acuíferos de la región están prácticamente agotados por culpa del sector agrícola-lechero, que absorbe el 90 por ciento del agua que se extrae.