La inseguridad cada vez crece más y más y para muestra basta el botón de Culiacán, pero ya hay muchos botones en el país. Los datos son duros y no mienten y provienen del propio sistema nacional de seguridad, aunque el presidente diga “yo tengo otros datos”, es innegable que no se puede tapar el sol con un dedo. ¿Un estado fallido y claudicado ante el crimen? Parecería una exageración, pero algo tiene de cierto.
Esto se refleja en decisiones tales como el muy reciente anuncio de Kimberly Clark de no invertir más en México, o la propuesta de Morena sobre la regularización de los autos “chocolate” que de aprobarse en el Senado, daría un golpe mortal a la industria automotriz que de por sí ya se encuentra muy castigada por la disminución en sus ventas debido al nulo crecimiento de la economía y si esta propuesta progresa se estima que el gobierno federal dejará de captar más de 50 mil millones de pesos por concepto de IVA y cerca de 12 mil millones de pesos por el Impuesto sobre automóviles nuevos (ISAN).
No perdamos de vista que la industria automotriz aun vive en la incertidumbre por la dura regla de origen negociada en el nuevo tratado comercial T-MEC en donde se acordó un valor de contenido regional del 75% lo cual complica mucho alcanzarlo, pero además súmele que el 40% del valor del automóvil debe ser producido por trabajadores que ganen más de 16 dólares la hora, imposible.
Por otro lado, el SAT lanza reformas legales avaladas por el Congreso para implantar reformas fiscales que equiparan la evasión con crimen organizado.
Panorama complejo para el sector empresarial a quien se le pide que invierta, pero por otro lado se le golpea una y otra vez.
Como diría un buen amigo: “puta, puta ingeniero, ya éramos muchos y parió la abuela”.