Dicho y hecho. Preguntaron al padre de Erling Haaland por qué su hijo no había fichado por el Real Madrid: ¿Cómo se puede decir no a un club legendario como éste?, fue la pregunta exacta, a la que el padre contestó: “No puedes hacerlo realmente…”, dejando abierta, como siempre, una posibilidad a futuro. Donde el señor Haaland fue más claro es en la manera de explicar cómo tomó la decisión. Con la misma eficiencia con la que juega el hijo, habló el padre. Ellos no tenían un “9” como Benzema, ni buscaban a Mbappé, el City era la opción perfecta: Erling se volvió imprescindible, necesario. El hijo llegó ayer a 12 goles en 8 partidos con su nuevo equipo, dicho y hecho.
Derecho. El retiro de Serena Williams hace unos días y la última derrota de Rafael Nadal en el US Open nos recuerdan lo duro que es el tiempo. Envejecemos como aficionados cuando acompañamos a esta clase de atletas en su lucha por otro torneo, por otro partido o por otro día más en sus carreras. Sentados en el sillón, los miramos sufrir con sus lesiones, su edad y sus preocupaciones, sin detenernos a pensar que, con ellos, también se arruga una parte de nuestra afición. A veces olvidamos que estos hombres y mujeres han estado aquí semana tras semana jugando para nosotros todos estos años, tienen derecho a descansar.
Bicho. Dos décadas tardó Cristiano Ronaldo en ganar cinco Champions League, convertirse en el máximo anotador en la historia de la competición con 140 goles y ser el futbolista que más partidos ha jugado en el torneo con 183. El delantero que dominó la competencia de mayor prestigio a nivel de clubes, quedó fuera por primera vez en 20 años. A críticos, aficionados y rivales nos hacía falta esta pausa obligada en su portentosa carrera europea para entender el tamaño de su leyenda: pasarán otros 20 años y los totales de Cristiano, títulos, goles y partidos, seguirán ahí, inalcanzables: son números de otra época.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
