Perdidos en el tiempo. Etiquetados antes de inaugurarse como los mejores Juegos Olímpicos de la historia, los de Tokio 2020 terminaron señalados como los Juegos de la pandemia: una tragedia que dejó en cuarentena al movimiento olímpico que tuvo que acordonar su espíritu para evitar, justo la misión por la que nació, contagiar. Posfechados hasta 2021, los últimos Juegos dieron la impresión de perderse en el tiempo. De aquellas épocas que hoy nos parecen lejanas, hay pocas experiencias buenas que recordar. No estaba el mundo ni sus habitantes para celebrar, aunque Tokio y sus atletas hicieron el esfuerzo ayudando temporalmente a olvidar, todo era muy reciente, incierto y doloroso: la humanidad tenía otras cosas en qué pensar.
El centro del universo. Tres años después, muy poco tiempo pero suficiente para mirarlos con perspectiva histórica, París 2024 tiene la obligación de iluminar el olimpismo y echar a andar su movimiento que todavía no encuentra el ritmo, ni la marcha. A cuatro días de la inauguración una duda recorre esta ciudad: ¿Quién es más grande, París o sus Juegos? La pregunta deberá contestarla el deporte a partir del viernes cuando la Inauguración, que será una de las ceremonias más recordadas de la historia con miles de atletas navegando por el Sena, conviertan a la ciudad en un estadio colocado en el centro del universo: un lugar que los parisinos asumen como su espacio particular.
Sistema métrico emocional. Como un kilo, un metro o un minuto, la medalla es para muchos analistas y aficionados la medida que determina la fuerza, la distancia y el tiempo rumbo al éxito. Pero el éxito de un atleta olímpico no tiene nada que ver con el esfuerzo, éste tiene que ver con el carácter, y el carácter tiene otro tipo de medidas. Como cada ciclo olímpico algunos devotos de los Juegos volvemos a pedir que seamos capaces de juzgar a los atletas por el carácter, no por el éxito. Estoy convencido que en muchos casos vale más un décimo lugar que un primero, porque existen atletas cuyas condiciones están muy lejos de sus circunstancias: hay más honor en salir de la nada para llegar al décimo lugar, que pasar del décimo al primero; el carácter se mide con el sistema métrico emocional.