Pocas ligas han soportado la invasión televisiva con tanta tolerancia como la NFL, la primera en el mundo con libreto para televisión: luces, cámara, patada de despeje. Esa relación tan íntima, donde el script forma parte del reglamento deportivo, la programación señala el calendario, y las cámaras se convierten en parte esencial del juego, ha convenido a los dos: el football es el deporte que más dinero cobra por derechos, y la tele tiene un producto de alta audiencia sobre el que puede tomar decisiones que influyen en la ceremonia. Aunque los defensores de la pureza se rasguen sus blancas túnicas, el trato es justo. Sin público en sus partidos, el mayor espectáculo deportivo en la historia de la televisión confirma que sus majestuosos estadios son una grandiosa escenografía.
El dolor suele llevarse por dentro, pero en el caso del futbol parece necesario expresarlo, documentarlo, y de ser posible, enviar condolencias o recibir con resignación los pésames por una derrota. Cuando las cosas no se sienten de verdad, la camiseta de un equipo se convierte en eso: “una cosa”. Para muchas personas esa cosa tiene un valor que va más allá de un contrato, una cifra, o una relación profesional. Nadie está obligado a sentir pasión por algo que no representa mayor cosa en su vida, pero cuando esa cosa es la camiseta del equipo para el que un deportista trabaja, lo mínimo que puede esperarse es respeto. Las derrotas exigen un grado de vergüenza deportiva, algunos jugadores de Chivas no la tuvieron, su sonrisa fue una bochornosa escena.
Un suéter amarillo, un ramo de flores y el Arco del Triunfo en París son una de las escenas y escenarios más esperadas y retratados del deporte. Este año, la fotografía final del Tour de Francia en una etapa particularmente complicada para todos, tuvo un montaje diferente: la participación del ciclista más joven de los últimos 116 Tours. Con apenas 21 años, el esloveno Tadej Pogacar representa una nueva corriente en el ciclismo mundial. Su triunfo es una ráfaga de viento para un deporte que necesita oxígeno, aire puro y la transparencia de la juventud. Aunque el escenario parecía el mismo, el contenido cambió: la bicicleta tiene un enorme futuro.