El poder de una derrota puede nublarnos el juicio, convertir la pasión en enfado y hacernos perder la memoria; ningún equipo, ni leyenda, se salvan del vencimiento que tienen los triunfos: cuando se pierde, todo nos parece mal, incluyendo las grandes historias. No importa si son veinte temporadas y seis campeonatos ganados, lo que hace unos meses era una de las historias más emocionantes del deporte, una serie de derrotadas bastardas lo empieza convertir en olvido. La pobre temporada de Patriotas, pero en particular de Tom Brady, nos recuerda la importancia de prepararnos para ganar, pero sobre todo, para perder. Nada nos enseña mejor el valor de una derrota que el deporte, esto deberíamos aprenderlo muy bien todos los aficionados. Porque ganar todo es muy difícil y ganar siempre es imposible, pero parece que esto es lo que exigimos. Con 42 años y una carrera inigualable, a Brady le han sobrado momentos y motivos para retirarse en la cima del deporte mundial, pero en cada una de esas victorias decidió seguir compitiendo aún sabiendo que al final del camino, serían las derrotas quienes terminarían echándolo. No son los años, ni las lesiones, tampoco los rivales, son las malditas derrotas las que peor tratan a deportistas como éstos, convirtiéndolos en gente normal. Al final del partido contra Tennessee, y en medio de las dudas sobre su futuro, los aficionados de Patriotas sabían que, por primera vez, estaban conviviendo con la posibilidad real de despedir a su máxima figura. Experto en tomar decisiones, Brady tiene tres opciones: la primera es retirarse, poco probable para un competidor de este calibre que ha salido derrotado en su último partido; la segunda es seguir jugando con Nueva Inglaterra, el único equipo que con algunos ajustes en su ataque, podría garantizarle volver al Super Bowl por última vez; y la tercera, es firmar con otro equipo, en una especie de auto exilio. Ganar tanto, ha convertido su carrera en una permanente obligación con la victoria, será difícil quedarnos con la imagen de un Brady perdedor. En las próximas semanas, sabremos cómo y cuándo acaba esta gran era. Resulta curioso que el futuro de Brady, parezca más importante que su pasado.
El futuro del mariscal
- Cartas oceánicas
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José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
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