El marcaje del tiempo cayó sobre Cristiano Ronaldo quien se resiste a envejecer mientras el equipo que con paciencia y cariño le educó en su juventud, sufre los desplantes de una estrella confundida por la edad: el viejo CR7 se comporta con la inmadurez de un crío, cuando debería enseñar con la sabiduría de un veterano.
Presa de uno de los egos más grandes en la historia del futbol, el United sufre el ocaso de Cristiano en lugar de disfrutar los últimos años de un jugador excepcional. Ni siquiera él, un goleador de ésta y muchas épocas, puede colocarse por encima de una organización que representó los auténticos valores del deporte durante más de un siglo.
El United comete un gran error al permitir que un futbolista, sin importar de quién se trate, le menosprecie públicamente. Sin un posicionamiento firme, el club que dio origen a leyendas llenas de pundonor, orgullo y tradición, se comporta como una franquicia asustada, atada por el mercado y amenazada por la vanidad de un crack que quiere estar en otro lugar, jugar la Champions y concentrarse en el Mundial.
No sucedió lo mismo en el Real Madrid, donde tardaron 5 minutos en enseñarle la puerta de salida cuando se sintió un ser superior: después, el Madrid volvió a ganar sin Cristiano su Champions de siempre.
Último de la fila en la Premier, el equipo más ganador de Inglaterra y uno de los principales ejes del futbol, atraviesa el peor momento de su vida, víctima de su gigantesco pasado: desde que salió Ferguson, su patriarca, el United se partió. Es curioso que una institución que en el nombre lleva su misión, se haya dividido de forma tan dramática.
Hay un enorme riesgo en esta situación, y no se trata de ganar o perder partidos, jugar mejor o peor al futbol; el peligro consiste en la desnaturalización de una de las marcas más valiosas de la industria, y su incapacidad para defender, incluso, el significado de su nombre.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo