La selección argentina ambientó el Mundial de México 1986 con anticipación; sus fotografías en la escalinata del avión y su traslado en autobús a los campos de Coapa, inauguraban el Mundial un mes antes de la fecha. Esos días se jugó en Sevilla la Final de la Copa de Europa que ganó el Steaua de Bucarest al Barcelona de Schuster, pero la gran noticia no era ésta, sino la concentración adelantada de Argentina en el Distrito Federal. La sensación de tener a la primera selección mundialista viviendo en casa, aceleró a la prensa, que además, calculaba en la figura de Maradona uno de sus principales objetivos de cobertura rumbo al campeonato. Entonces no había unanimidad sobre Maradona, que disputaba la posición de mejor futbolista del mundo con Zico y Platini, así que aquella tempranera y larga concentración dentro de las instalaciones del Club América, consiguió que Argentina y su estrella fueran nota de primera plana durante varias semanas. Al Mundial lo rodeaba un ambiente de cercanía, la célebre hospitalidad mexicana permitía que los argentinos camparan a sus anchas. Era común cruzar la calle de Arquímedes, si no recuerdo mal, que hacía una cuchilla en el barrio de Polanco, para ver cenar en la esquina donde estaba el restaurante “Mi Viejo” a los que sin saberlo, serían campeones mundiales. Esa vecindad con el Mundial se perdió con el tiempo. Hoy, a 24 días de inaugurarse, no aparece ese espíritu mundialista que contagia. Rusia 2018 debe esperar que se juegue la Final de Champions, un partido que acapara la atención de todo el mundo. Es increíble la magnitud que alcanzó este torneo, marcando los tiempos del futbol internacional. Una vez conocido el campeón de Europa en Kiev, todo el protagonismo será para Moscú; paciencia.