En uno de sus artículos en MILENIO, Irene Vallejo escribe: “Testigo del desmoronamiento de la democracia en Atenas, Tucídides advirtió el síntoma de una crisis latente en el cambio de significado de ciertas palabras. Pensaba que la política se deteriora si el servilismo dentro de las facciones se empieza a llamar lealtad”.
La radical fidelidad a un líder y a una causa, la disidencia como sinónimo de traición, son rasgos de un régimen donde la obediencia es el único camino hacia el reino del señor, como bien lo sabe Claudia Sheinbaum, la más querida de sus discípulas, capaz de renegar de todo, menos de él.
Tal vez, a pesar de ser judía, ha estudiado con atención las bienaventuranzas, en especial aquellas donde se anuncia: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” y “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo:5:3-11). Pobreza de espíritu y mansedumbre como requisitos ineludibles para alcanzar las recompensas prometidas. Por eso, guarda silencio cuando se ofende a su pueblo, así sea a través del impresentable Carlos Alazraki; por eso olvida sus propias palabras y calla cuando una de sus compañeras vapulea la dignidad de mujeres de otro partido político, presuntamente violentadas por el siniestro dirigente del PRI.
En 5 de marzo, en el Monumento a la Revolución, Sheinbaum, ante un auditorio enfervorecido, pasó lista a sus colegas de Morena, entre ellas la gobernadora campechana. “Layda —dijo sonriente—, Layda, nuestra querida Layda Sansores, luchadora. Campeche se merecía ya a Layda Sansores”.
¿De veras, algún pueblo “merece” una mandataria tan pedestre como Sansores?
Como casi todas las militantes de la 4T, Sheinbaum se ha pronunciado con tibieza cuando se ha referido a las fotos “íntimas” de las priistas, cuya existencia reveló Layda en su programa de televisión. No está de acuerdo —ha dicho— con la circulación de estas imágenes, y eso es todo, ignorando su compromiso de “erradicar la violencia contras mujeres (…) en cualquier lugar y en cualquier ámbito”.
Su actitud, piensa, será recompensada.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.