Las acciones que se desarrollan por parte del Estado para solucionar un problema están vinculadas con la agenda de gobierno. En ese sentido, en nuestro país hemos pasado de privilegiar a las ciencias duras como las matemáticas a una nueva visión para impulsar el desarrollo de las ciencias sociales y humanas. Con el cambio del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) al Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) se impulsó el desarrollo de los Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces), que privilegian la solución de las problemáticas sociales.
Bajo este planteamiento es interesante como se han modificado las prioridades nacionales en materia de ciencia. Ahora el nuevo cambio es la transformación del Conahcyt a la Secretaría de Ciencia. Por ello, resulta relevante analizar estos cambios para explica como se ha transformado la visión científica en nuestro país por parte de los gobernantes.
Hasta antes de la creación de la Secretaría de Ciencia, se pueden considerar 3 periodos de análisis. El primero va de 1970 a 1987, donde se privilegió el estudio de las ciencias duras como: física, química, matemáticas, biología y otras; relacionadas con la explotación de petróleo y gas natural. Posteriormente del periodo de 1988 a 2005, se dio un fuerte impulso a la exportación, justo después de la firma del Tlcan en 1994. Así, a partir de 2006 a 2018 se impulsó la creación de patentes, biotecnología y otros inventos. Hasta la alternancia política en 2018, que configuró en 2019 una nueva forma de ver la ciencia, con sentido social y procurando la incidencia en los grandes problemas nacionales.
Ahora se privilegia a las ciencias sociales y humanidades como el motor del desarrollo y cambio social. La Cuarta Transformación promovida por Andrés Manuel López Obrador como presidente constituyó un rompimiento con las tradicionales investigaciones, ahora se plantea solucionar los problemas a través de una visión sistémica, holística y transdisciplinaria. Empero el gran dilema es la falta de inversión a la ciencia que produce un saldo negativo por falta de financiamiento para proyectos e investigaciones. Las universidades son los principales espacios para investigación e innovación.
Por tanto, es necesario que se impulse una visión de pentahélice con los siguientes elementos: a) Gobierno, b) Empresas, c) Ambiente, d) Sociedad, e) Academia. El trabajo conjunto podrá promover la innovación en la ciencia. Como ejemplo, podemos mencionar el caso del Programa de Estímulos a la Innovación que se desarrolló en nuestro país entre 2009 y 2018, donde se aprobaron 6 mil 472 proyectos. El presupuesto invertido en este programa fue de 2 mil 630 millones de pesos por parte del gobierno, incluso un monto mayor que el recibido por el Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras. Como puede verse, las políticas de ciencia requieren cambios, transformaciones y la inclusión de otros actores que permitan mejorar las investigaciones y por supuesto, solucionar los problemas que tiene nuestro país. Esperemos que el nuevo gobierno federal contemple una fuerte inversión a la ciencia.