El 1 de agosto de 2016, la revista Rolling Stone publicó el artículo “American Psychos: 10 Modern Serial Killers You’ve Never Heard of”, en el que la periodista Melissa Locker daba a conocer algunos de los nombres de la generación de predadores reiterativos del siglo XXI.
Locker señalaba: “Es hermoso pensar que los asesinos en serie son cosa del pasado. Que ahora que Ted Bundy, John Wayne Gacy y Jeffrey Dahmer están muertos (…), vivimos en un Notivox sin asesinos”.
Los asesinos, sin embargo, siguen ahí. En 2011, por ejemplo, la investigación en torno a la muerte de Shannan Gilbert condujo a la policía de Long Island al hallazgo de los cuerpos de cuatro mujeres y, más adelante, a una tumba improvisada con seis cuerpos más, incluidos los de un niño y un travesti. Las autoridades especulan que se trata de un asesino de prostitutas, pero carecen de pistas para siquiera sospechar quién es el elusivo feminicida que ataca desde 1996.
Salvatore Perrone sí fue detenido por la policía. Él mataba a comerciantes de ascendencia medio-oriental. Posiblemente sus ataques tuvieron que ver con la bancarrota de su negocio y a que su esposa e hijos lo abandonaron. Lleno de odio, un día decidió salir a las calles de Brooklyn, llevando consigo su “Kit para asesinar”.
Cuando los agentes le decomisaron su equipo mortal, este incluía: “Una bolsa de lona negra, unos desarmadores, navajas automáticas, un cuchillo de sierra de veinte centímetros (ensangrentado), tres blusas de mujer, guantes de látex, lejía, cortadores de alambre y un rifle cargado y recortado”. Perrone fue acusado de matar a tres comerciantes de Brooklyn y sentenciado a cadena perpetua.
En 2011, Israel Keyes, un ex soldado del ejército de Estados Unidos, apagó su teléfono celular, abordó un avión a Chicago, condujo un auto de alquiler hasta Vermont y pagó en efectivo sus gastos para así no dejar rastros.
En Vermont recuperó su “equipo de asesinato” que había enterrado en 2009. Ya bien pertrechado, eligió a una pareja al azar y la asesinó a balazos.
En 2012, en Anchorage, Alaska, mató a Samantha Koenig, de 18 años. Al ser capturado, confesó haber asesinado a cuatro personas. Keyes se suicidó en su celda de la cárcel, al no soportar la vergüenza de que su hija se había enterado de que su padre era un asesino serial.
José Luis Durán King