México es un país extraordinario en todos los sentidos. Una muy amplia extensión territorial, numerosas especies de seres vivos (incluyendo a los humanos, je je), que comprenden desde insectos, animales y vegetales. Grandes montañas, valles, ríos y lagos. Gente trabajadora, cooperativa, inteligente, esforzada y solidaria. Perooo…, y aquí viene el granito negro en el arroz, con autoridades incapaces (de todos los partidos, niveles y poderes) de satisfacer las necesidades de vida y desarrollo de más de ciento treinta millones de habitantes.
Su crecimiento poblacional será continuo hasta 2051 –según la CEPAL- en donde a partir del siguiente año comenzará en un decrecimiento permanente hasta finales del siglo XXI. Ese crecimiento poblacional se reflejará en desarrollo económico, aunque dudo mucho que en el educativo, cultural y social.
Y las grandes carencias producto de la incapacidad de los gobernantes y dirigentes del sistema de control económico, político y social (incluyendo el judicial desde diversos ángulos) las pagaremos todos en nuestra calidad de vida y desarrollo humano. Es increíble lo que vemos, y vivimos a diario en este grande y hermoso país. La historia mexicana (incluyendo periodo precolombino y virreinal) no se ha caracterizado por ser muy benévola con los débiles y/o los más necesitados. Siempre las clases acomodadas y dirigentes se han llevado la gran tajada del pastel. Veamos tres ejemplos que tomo de la vida real.
Grandes extensiones de los municipios de la zona metropolitana de Guadalajara donde vivo (especialmente Zapopan, gobernada por Movimiento Ciudadano) se encuentran sin alumbrado público. El impuesto predial lo han subido cada vez; y como han querido. El resultado no ha sido la eficiencia en los servicios públicos, sino al contrario. “Me pagas y no te quejes, tendrás alumbrado ya que se pueda y yo quiera” parece ser el lema de los funcionarios municipales.
¿Las obras municipales? Solo dedicadas al negocio de unos cuántos (ya sabe usted) y a entorpecer la circulación de todos. No hay estrategia para mejorar en el inter las vialidades. Un día usted circula de una manera y en las mismas veinticuatro horas se puede encontrar tres modificaciones que afectan lo que desde ayer no terminaba de aprender. “Resiliencia” dicen los funcionarios municipales (con especial enjundia los zapopanos emecistas). En el inter: “friéguense”. He conocido otras latitudes donde desde un kilómetro antes (o más) ya están avisando los cortes a la circulación. Aquí les importa un comino que llegues al mismísimo punto del corte. El resultado: sabrosos embotellamientos citadinos que son causados por quienes deben evitarnos los problemas. “Es que hay obras o mantenimiento urbano. Tenga usted paciencia” parecen decir [que no lo dicen] pero nos complican lo que estaba simple y sencillo de arreglar con la sincronización de unos cuántos semáforos. Pero no, se arregla con obras de cientos de millones de pesos ($$$) en un crucero, para venir a sufrir lo mismo –tráfico en abundancia- en el siguiente crucero y con los mismos semáforos inservibles.
La semana pasada transcurrieron quince minutos para que pudiera pasar tres cuadras (obviamente en total falta de sincronía de los semáforos) al inicio de una transitada avenida (Enrique Díaz de Léon y Arista, en Guadalajara, también gobernada por MC), y después transité en cinco minutos a lo largo de un kilómetro y medio con los semáforos plenamente sincronizados a treinta kilómetros por hora. ¿Magia, desinterés, falta de autoridad, o de plano una burocracia inepta? Lo bueno es que las elecciones lo ponen a uno a reflexionar. O como se dice ahora: ¡disfruten lo votado! Lo malo es que son cada tres años y hay propaganda muy subliminal.
Y la cereza del pastel: ¿no puede usted salir de su cochera porque los carros van rápido? (los mexicanos tan desobedientes e infractores, como siempre). Pida un tope. El Ayuntamiento los concede gratis y al instante. Ah, pero eso sí, debe ser influyente o tener valiosas amistades (en Zapopan, por supuesto) para que en un área de treinta metros de calle, instalen tres topes –uno cada diez metros- a fin de que los moradores de cada una de las tres casas puedan salir sin problemas con sus autos. ¡Esto es vida! ¿Y los que circulamos con las reglas viales, a la velocidad requerida? “¡Friéguense todos!” dicen nuestras sacrosantas autoridades.
¡Viva México! en junio -Y esto es solo una probadita-.