Sociedad

Las sinrazones de la razón

La historia humana está plagada de sinsentidos y sinrazones. Sería bueno ser optimista y ver el vaso medio lleno antes que medio vacio. El pesimismo suele ser un mal compañero. Sin embargo, los tiempos actuales nos permiten tener acceso al conocimiento, y la información -con algunos sesgos en los mismos- más rápido que en otras épocas históricas.

Y digo esto, porque una de las características fundamentales de los seres humanos es la capacidad que tenemos de pensar, de razonar. Y para razonar se necesitan instrumentos y herramientas sobre las cuales construimos socialmente el andamiaje de las relaciones humanas, y sobre estas las relaciones con nuestro medio natural, del cual dependemos al 100%.

Razonar significa exponer elementos para explicar o demostrar algo. Cuando razonamos utilizamos pensamientos, ideas, y conceptos que compartimos con el “otro” a través del lenguaje. Algunos filósofos han señalado que sin lenguaje no hay ideas, no hay interconexión con el mundo, pero evidentemente el lenguaje es una construcción socio-cultural.

El diálogo y la argumentación son una parte fundamental de los intercambios sociales donde se expresan puntos de vista que el o los interlocutores pueden a su vez asimilar para reflexionar en torno a conceptos, pensamientos e ideas que tienen el mismo contenido y significado para todos.

El quid del asunto viene cuando en este crucial intercambio, la política y el poder pretenden removernos el chip y decirnos cosas que no entendemos en una misma dimensión o significado. Resultado: el diálogo, la comunicación y el intercambio de ideas para poder saber lo que opina el otro se convierten en un diálogo de sordos que a nada conduce. No hay comunicación, solo soliloquios. Y por ende resultan inútiles y acaban en la nada. Si “reflexionamos” sobre la nada terminaremos entonces: en la nada. No vale la pena perder el tiempo.

Todo esto viene a cuento porque una mayoría de los gobernantes de hoy ya no tienen la posibilidad de transmitirnos con efectividad sus ideas cuando se encierran dentro del ámbito de la política (que distorsiona muchas cosas de la realidad) y nos enfrentan a un contraste inoperante con la misma.

Valgan algunos breves ejemplos para entender el contexto de esta colaboración: Javier Milei, presidente de Argentina, líder derechista de los “liberados”, -por aquello de que su organización política se denomina “La libertad avanza”- ha dicho la semana pasada que la defensa de los derechos de las minorías (bandera histórica y permanente de las izquierdas) es ser o convertirse en “fascista” (¡vaya!).

Esto significa un discurso basado en darle la vuelta a los conceptos [a la tortilla diríamos en México] que habíamos construido para entender a la política y los políticos desde que la historia francesa estableció los parámetros de izquierda y derecha, -luego se agregó el centrismo- para hacer que adquieran nuevos y oprobiosos (por sus antecedentes en la historia) significados.

En el caso de Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América, pretender que los aranceles –impuestos a la exportación e importación, y herramienta básica del comercio internacional de mercancías- se conviertan en instrumentos de negociación [más bien chantaje] de las políticas públicas migratorias y de seguridad en un país, subvierte el orden jurídico internacional [acuerdos generales y tratados bi o trilaterales] y lleva a niveles opuestos los principios sobre los cuáles se colocan las relaciones comerciales entre naciones.

Y luego vemos al presidente del Salvador Nayib Bukele, aceptando que reos peligrosos por delitos cometidos y sentenciados en Estados Unidos puedan purgar condena en las cárceles de extrema seguridad de su país, para entender que estamos viviendo una borrachera de poder que puede abrir las puertas a cualquier consecuencia en los hechos, con ideas y conceptos que ya no entendemos, porque han sido transformados a conveniencia.

Entonces si los políticos buscan que cambiemos los conceptos y las definiciones para significar lo que ellos quieren, empecemos por desentrañar si merecen algo de lo que entendemos como “respeto y atención”. Porque los grandes movimientos sociales no surgieron de la nada, son resultado de crisis concretas que dieron origen a quiebres en la historia, derivados de la insensibilidad de hombres y mujeres con mucho poder, que pensaron en tener la razón, sin razón.


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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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