La Selección Mexicana de fútbol es un fiel reflejo del momento que vivimos en el país: desorganizado y apático.
Ni pies ni cabeza; ni arriba ni abajo; todavía no empieza y ya queremos que se acabe; cada quien “jala” para su lado; el mínimo sentido de solidaridad; queríamos pero ya no queremos; es mejor en otro lado; ni fu ni fa; el que venga tendrá mucho que arreglar; muchas ideas y poco accionar; falsedad y verdad.
Ricardo Ferretti y Guillermo Ochoa dijeron y pidieron organización y unidad, que todos contribuyan y todos quieran aportar a la selección nacional.
El fútbol mexicano tuvo en el año 2018 uno de los peores a nivel competitivo en los últimos 24 años. Un mundial patético con un cierre de año espantoso con partidos “moleros y chimichurreros”.
Nadie pone en orden al grupo de futbolistas mexicanos que están y no juegan como titulares en Europa. El directivo de la Federación Mexicana supeditado a un grupo de jugadores malos que se ponen sus “moños” porque están respaldados por la mercadotecnia.
Cristiano Ronaldo y Lionel Messi ponen sus condiciones para ir con sus respectivas selecciones pero con punto de partida en su talento. Aquí les tenemos que contemplar el “genio” al suplente del West Ham, del Villarreal, Eintracht Frankfurt o Real Sociedad; al titular del poderoso equipo del Standard de Lieja o Wolverhampton.
Cuando Gerardo Martino tome posesión del “Frankenstein” llamado Selección Mexicana de Fútbol, va a tener que reconstruir un equipo destruido por dirigentes incapaces, jugadores divos y hasta jardineros ineptos (estadio Azteca).
Eso sí, a todos los encanta el tango.
