Mariúpol representa lo más absurdo de la fratricida guerra ruso-ucraniana, causada, en gran medida, por la barbarie de sus líderes, el beligerante Putin y el “progresista” Zelensky, que no dudó en tomar las armas, o, mejor dicho, hacérselas tomar a sus conciudadanos, para “defender” ciudades y regiones “ucranianas” de larga historia… rusa. Peculiar condición de dos países hermanos desde hace más de mil años.
Mariúpol fue fundada en 1789, y bautizada acorde al “Proyecto Griego” del príncipe Grigori Potemkin, quien diera nombres helénicos a las ciudades recién fundadas de la llamada “Nueva Rusia”, en el siglo XVIII, como las vecinas Odessa, Jersón y Sebastopol, que gobernó para la emperatriz Catalina la Grande.
Estratégico puerto industrial, acerero, situado a orillas del Mar de Azov, que comunica con el Mar Negro, de allí su importancia geopolítica. Mariúpol es bisagra entre la independentista Crimea, rusa desde hace dos siglos, y el separatista Dombás, también de fuerte presencia o mayoría rusa; los datos difieren. Antes de la guerra tenía cerca de 500,000 habitantes, al parecer de mayoría ruso parlante (80%), pero étnicamente rusos y ucranianos (40% cada uno), griegos pónticos, armenios, judíos, tártaros, gitanos y otros. Un crisol de nacionalidades que pudieron compartir su ciudad, hasta ahora. Su barrio viejo se ve encantador, muy arbolado, de añosas casonas sobre una colina con vista al mar.
Bombardeada entre marzo y mayo del año pasado. Símbolo de la destrucción rusa y la férrea pero inútil resistencia ucraniana, con todo y el ultranacionalista y, quizá pronazi, “batallón de Azov”. Imágenes apocalípticas, ruinosos cascarones de edificios ennegrecidos, humeantes, de lo que fuera hasta hace muy poco una próspera e industriosa ciudad. 2,500 civiles asesinados, muchos, niños y mujeres, 10 por cada soldado muerto, cuando evacuar ya no fue posible. ¿El ejército ruso destruyendo una ciudad inminentemente rusa? Incongruencias bélicas, y humanas.
Ahora, habrá de reconstruirse con un costo exorbitante, según los planes de Putin, que la visitó, con medidas de seguridad absolutas, hace unos días. Seguro podrá reedificarse. Ojalá que sus heridas sanen algún día.
