Política

Harfuch o Brugada, duro dilema

Alfredo San Juan
Alfredo San Juan

Morena se encuentra dividido entre sus dos principales contendientes a la candidatura al gobierno de la ciudad: Omar García Harfuch, destacado jefe de la policía del gobierno capitalino con Claudia Sheinbaum, y Clara Brugada, prestigiosa delegada de Iztapalapa. La polémica se deriva de que el primero es el favorito de la calle, según toda encuesta de intención de voto, mientras que la segunda es la favorita de la mayoría de los cuadros del movimiento obradorista. A diferencia de la batalla por la silla presidencial, en la que Sheinbaum fue la preferida entre las filas de Morena y también en las encuestas populares, ahora en la Ciudad de México la 4T enfrenta la disputa entre una candidata identificada con la corriente ideológica y un externo asimilado al equipo de Claudia pero ampliamente favorito del electorado.

En la medida en que una elección por vía de encuestas tiene vida propia, parecería que en los hechos el dilema no existe y que habría un destino manifiesto. Particularmente porque, según lo anunciado, el levantamiento se realizará a fines de octubre, es decir, dentro de un mes. Demasiado poco para que puedan cambiar los sondeos que hoy otorgan una ventaja de entre 8 y 15 puntos porcentuales a Harfuch, como se le llama en los medios.

Cabría, desde luego, que in extremis la dirigencia nacional interviniera en favor de Clara Brugada con el pretexto de reclamar a Omar García Harfuch para otra tarea, como es la de encabezar la seguridad pública en el gabinete del gobierno de Sheinbaum. No imposible pero poco probable, porque tal intervención sería comparada con la denostada elección interna del Frente Amplio, en la que se maniobró para hacer renunciar a los rivales de Xóchitl Gálvez o de plano se alteraron las bases de la competencia.

Y por lo demás, es obvio que Harfuch no se está inscribiendo por un mero arranque. Él mismo se aseguró de informar que había consultado antes con su ex jefa, quien no ignora que al darle visto bueno prácticamente lo está convirtiendo en su sucesor en la capital. Ella pudo haber argumentado la necesidad de guardarse para el enorme desafío que representará el tema de la inseguridad el próximo sexenio, pero no lo hizo. Más aún, costaría trabajo creer que la decisión de dejarlo competir se tomó al margen del presidente; son conocidas las reservas que este solía tener respecto a un policía que perteneció a las fuerzas de seguridad de los gobiernos anteriores, tan denostadas en las mañaneras.

Las razones que pudo tener Sheinbaum para dar libre paso a Harfuch no son desdeñables. Primero, se alimentan de la observación de cuatro años de trabajo hombro a hombro con ella y su equipo. Recordemos que todos los días arrancan con una reunión encabezada por ambos. A ojos de la jefa el funcionario ha mostrado disciplina, capacidad y sensibilidad en torno a sus tareas, suficientes para confiar en que no tendría un mal desempeño como alcalde y sería cercano al Ejecutivo federal.

Pero los principales motivos son electorales. Harfuch garantiza no solo el triunfo en la capital, algo que ha quitado el sueño de muchos en las filas de Morena, luego de los resultados de 2021, cuando la oposición ganó 9 de 16 alcaldías. También aseguraría un mayor caudal de votos para la elección presidencial, por efecto arrastre, y para la composición de las cámaras. Sheinbaum sabe que necesitará de todo escaño y curul posibles para asegurar la gobernabilidad. Y para eso todo suma, incluyendo los márgenes de ventaja que obtenga en la Ciudad de México (la segunda entidad en número de votantes). Supongo que López Obrador habrá asumido la argumentación de su sucesora, aun cuando el personaje no fuese santo de su devoción. Si hubiera querido intervenir ya lo habría hecho, como sin duda fue el caso con Cuauhtémoc Blanco, quien tras reunirse con él y Mario Delgado, presidente de Morena, anunció que retiraba su intención de participar en la contienda.

Y, no obstante, los argumentos en favor de Clara Brugada tienen enorme peso entre los cuadros morenistas. Su extracción y trayectoria dentro de la izquierda es impecable y su gestión como alcaldesa de Iztapalapa ha merecido elogios de propios y extraños. Lo que ha realizado en los centros urbanos llamados Utopías ofrece la esperanza de que existe la posibilidad de tal tipo de gestión en la atribulada capital (difícil describir en los límites de este espacio el fascinante modelo puesto en marcha por Brugada; al respecto ver el texto de Violeta Vázquez en Sinembargo.mx). En la lógica de muchos obradoristas, Clara aseguraría la identidad política e ideológica que ha convertido a la capital en punta de lanza de la agenda progresista en el país. Harfuch, en cambio, para muchos constituye una preocupante incógnita al respecto.

El problema de fondo es que la valoración de las ventajas y desventajas entre ambos tiene componentes subjetivos. Respecto a Harfuch: ¿se puede confiar la conducción política de la ciudad a alguien que solo tiene experiencia en materia de seguridad? ¿Debe entregarse el bastión de la izquierda a un recién llegado, formado en administraciones ajenas? ¿Existe el riesgo de repetir el desengaño sufrido con Mancera? Sus defensores aseguran que todo esto se puede solventar con una adecuada estrategia de arropamiento político; y que nada de eso sería posible si está en riesgo el triunfo del partido y eso es lo que hay que asegurar.

Sobre Brugada: ¿es la respuesta para atraer el voto de los sectores medios perdidos en la última elección? ¿Garantiza de manera categórica la victoria? ¿Añade o quita votos a la candidatura presidencial de Sheinbaum o a las del poder Legislativo? Sus defensores afirman que, tras la elección interna, todavía quedan siete meses de campaña para trabajar su cercanía con el poniente de la ciudad. Sostienen que un movimiento político está en la obligación de ganar elecciones, pero no a costa de resultar desdibujado en términos identitarios (de allí la intervención sobre Cuauhtémoc Blanco).

La presunta popularidad de Harfuch será puesta a prueba por el equipo de campaña de Brugada, que será apoyado por muchos cuadros obradoristas. Pero salvo alguna sorpresa, todo indica que entre quienes verdaderamente cuentan pesó más el ánimo de evitar el peor de los escenarios para el gobierno de la 4T: perder la Ciudad de México. Todo lo demás, al parecer, tiene arreglo. Resuelto ese riesgo, el otro será evitar fracturas y descontentos dentro de cinco semanas. Bueno, y en los siguientes seis años, desmentir a los grupos más radicales que, en voz baja, afirman que ganar la capital con un “extraño” es otra manera de perderla. Veremos.


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Jorge Zepeda Patterson
  • Jorge Zepeda Patterson
  • Escritor y Periodista, Columnista en Notivox Diario todos los martes y jueves con "Pensándolo bien" / Autor de Amos de Mexico, Los Corruptores, Milena, Muerte Contrarreloj
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