Llegó a la alcaldía de Monterrey de manera meteórica. Con altísima popularidad, al grado que los menores de edad deseaban tener 18 años para votar por ella; exclamaban: está muy guapa.
La estrategia de mercadotecnia fue un éxito. Las expectativas altísimas. Al grado que en el Palacio de Gobierno provocó celos por ese arrastre. Parecía más que alcaldesa; llegó a opacar al gobernador.
Se rumora hubo negociación con el centro del país para no dejarla llegar a la candidatura por la gubernatura. Manden a quien quieran, pedían, menos a ella.
Ante la duda de si llegaba o no a la candidatura, le adelantaron a una mujer para restarle bonos en la posible contienda.
Muchas cosas se le atravesaron en el camino. Perdió piso, corrió antes de tiempo y simplemente se cayó. Lástima Margarita.