El discurso contra la corrupción ha sido una de las banderas más poderosas dentro de la narrativa, del presidente Andrés Manuel, gran parte de su popularidad radica en ser “el primero” que iba a ir por los peces grandes y el primer gobierno donde la corrupción no se iba a permitir, sin embargo, el esfuerzo lo podría resumir en tres palabras, discursivo, poco efectivo y selectivo.
¿Por qué discursivo?, Nunca se había hablado tanto de combatir la corrupción, el presidente tiene una plataforma gigantesca, que es la mañanera, en ella sus discursos sobre ¿Por qué él es diferente a los demás?, y el constante repaso a los errores y malas prácticas del pasado, hacen que la población lo tenga el radar como un presidente que hace un esfuerzo importante contra la corrupción
La veracidad de la narrativa se cae cuando se hace un análisis sobre la efectividad de este combate y la estrategia fundamental para evitarla. Parecería que gran parte de la estrategia, es decir, yo soy una persona honesta y por ende todas las personas que trabajen en mi gobierno lo deben ser, esta estrategia parece ser utópica e idealista, porque al final los gobiernos trabajan con personas y las personas en ocasiones suelen ocurrir en malas prácticas.
Corrupción no es mas como el uso del poder encaminado a un beneficio privado, no sólo México sufre como país en este tema, la corrupción es uno de los mayores problemas sistémicos que enfrentan los países de todo el mundo.
De hecho, según transparencia internacional en su índice de percepción de la corrupción revelaron una tendencia de que: “la mayoría de los países lograron poco o ningún progreso en la lucha contra la corrupción en casi una década”.
Existen esfuerzos de países que han disminuido sus tasas, el primero es fortalecer y activar la participación ciudadana, en un escenario donde tú eres juez y parte y donde, si una persona comete un acto de corrupción va a ser evaluada por un organismo que depende del mismo gobierno se puede dar paso hacía la falta de transparencia.
¿A que me refiero?, invariablemente de que la persona que cometió un acto de corrupción sea cercana o no al presidente el solo hecho de ser parte del gabinete y participar en un acto de corrupción contamina a TODO el gabinete y por ende a la figura presidencial que hasta cierto punto cuida su aprobación, vamos a imaginarnos que durante la pandemia se compraron respiradores a un sobre precio muy por encima de lo normal y se lo dieron a una figura muy cercana al presidente, y que la responsabilidad de sacar a la luz estos datos sea el mismo gobierno federal, puede existir el riesgo de opacidad precisamente para cuidar la imagen del gobierno en turno.
Sin embargo cuando el tema se da a través de organismos ciudadanos, se puede hacer periodismo de investigación, evaluación de los servidores públicos y sobre todo denunciar practicas negativas sin riesgos evidentes de bloqueo o veto, el problema viene cuando se crean estos organismos y no se ven resultados, los mismos sistemas estatales anticorrupción, si los evaluamos en función de presupuesto asignado contra personas que se han detenido por cargos de corrupción existen grandes brechas de efectividad.
La gente deja de creer en su efectividad.
Sin embargo, considero que el primer paso para un trabajo contra la corrupción es la creación y fortalecimiento organismos independientes, como:
Mexicanos unidos contra la corrupción o World Justice Project que en esta semana retrocedió la calificación de México del lugar 121 en el 2020 al lugar 135 en el 2021 como los países con mayor corrupción, nos da una idea de que el observar indicadores a través de organismos ciudadanos independientes es la primera fase para mejorar.
El dejar que el mismo gobierno sea quien sea el encargado y dejar todo en manos de “yo tengo mis manos limpias, yo soy diferente y por lo tanto mis subalternos lo serán”, no da los resultados que todos esperaríamos en este teman tan delicado.