Año con año cambian las portadas y los nombres de los autores, llegan escritores recién publicados y maestros consagrados de obra completa. Está el director de mercadotecnia de la gran editorial que habla del Libro como Producto, y el minucioso editor independiente que se preocupa incluso por la gripe de sus autores; habla la engreída chupatintas que se cree galardonada porque confunde la prosa con bótox y murmura en silencio el discreto autor que se ruboriza por haber cuajado de veras una obra maestra.
Da tristeza confirmar que los autores que se van a lo largo del año han pasado ya a la eternidad de los estantes y reediciones, y da incierto júbilo la lectura de un libro inesperado, porque lo más conmovedor es verificar año con año que en el inmenso circo de todas las pistas llegan los niños que leen por primera vez en la vida un párrafo ilustrado de Joseph Conrad, o el joven que se propone leer la primera página del Quijote antes de Navidad. Conmueve el asombro con el que largas filas de lectores esperan las palabras en vivo de las plumas que solo han palpado en tinta, conmueve que muchas familias hacen sus cálculos de aguinaldos para formar una canasta básica de lecturas nuevas, relecturas esenciales y milagros inesperados.
Por allá el poeta que no ha soltado la elación del tequila desde que llegó a esta FIL hace años, y el novelista que prefiere recorrer de incógnito las estanterías repletas de fantasmas y espectros, los pasillos de escritores alineados. Van del brazo los amigos entrañables, los ensayistas que aprovechan los días para cerrar el año y confesar los títulos de los libros que han de nacer en la próxima primavera, caminan en sentido contrario los cronistas que llevan prisa para presentar su más reciente investigación y así poder iniciar formalmente la siguiente pesquisa.
Luego los premios y homenajes, los discursos de los políticos que nadie ha de recordar y las palabras de los escritores galardonados que merecen editarse como libros. Los lectores que ganaron concursos de lectura o videoreseña, los estudiantes que vienen en tropel y los miles de estudiantes que, sin salir de sus localidades, reciben en sus planteles la visita de autores de todo el mundo. El mundo entero de las letras y de la cada vez más creciente producción de ilustraciones, libros de imágenes, dibujos que cobran vida.
Aquí la noche interminable de las fiestas de todos los sellos editoriales y las comidas de puntuales sobremesas para negociar derechos de traducción, nuevas ediciones y el amparo de un agente literario. La tarde libre para visitar Guadalajara, la mañana anónima para comprar libros, el mediodía para apenas saldar cuentas con algún editor o colega y la retahíla interminable de fotografías, videos, instagramazos, tuiterillos, feisbuqueros, cadenas de oración, libros de autoayuda, separadores de libro, encuadernación en rústica, pasta dura, mil jóvenes, periódico plegable, stand con estanterías, pilas de libros, altero de ejemplares, coctel de bienvenida, lanzamiento, despedida de párrafo, libros en Braille, audiolibros, conferencia magistral, cesión de derechos, regalías, asistencia libre, cupo limitado, salón lleno, charla pospuesta, teleconferencia, asistencia virtual, tiraje limitado, ejemplares firmados, primeras ediciones, título inencontrable, autor desconocido, anónimo, ausente, plagiario impune, ratero consumado, mamón incurable, engreído y soberbio, humilde y sincero, sonriente y sagaz, callado y pensativo, bella y bondadosa, miles de botellitas de agua, cientos de presentaciones, gafetes para identificación, algún analfabeta, no pocos ágrafos, todos espectadores, la callada paz de la lectura, el sonoro rugir del tambor, la carcajada de muchos, la rista de los niños, los globos, las pancartas, los banderines, las banderolas, los papeles sueltos, los originales entregados en propia mano, los archivos electrónicos, la sección universal de todos los países...
Los gigantes vivos y muertos de todo esto que llamamos literatura, año con año en secreta configuración de lo único que quizá nos hace contrarrestar en la conciencia todo lo feo, todo lo malo y tanta mentira que nos rodea por el mundo, porque quizá lo único que ha de salvarnos está en los libros, en la lectura de libros, y así intentar ser mejores personas, país y planeta.