La fama, más que con el talento o la belleza que pueda tener la persona famosa, tiene que ver con las pantallas. Son famosos los actores de cine, los conductores de televisión, los futbolistas y los tenistas que aparecen en Wimbledon y en Roland Garros.
La fama está ligada a las pantallas: si pones un melón en una silla y retransmites esa imagen de lunes a viernes, en horario prime time, en el canal 2, ese melón será famoso.
En el París del siglo XIX la gente hacía unas colas enormes afuera de las librerías para comprar la más reciente novela de Honoré de Balzac, la superestrella de la literatura en esa época. Balzac era un escritor con un prestigio inmenso, que llega hasta nuestros días, pero no era propiamente famoso, la mayoría de sus lectores no sabía qué aspecto tenía el maestro, los libros no llevaban foto del autor, el editor no organizaba presentaciones ni imprimía afiches promocionales y al escritor lo reconocían por las calles de París exclusivamente sus conocidos y, si se paseaba por otra ciudad de Francia, no lo reconocía nadie. Balzac tenía prestigio y el reconocimiento unánime de sus lectores, pero no era famosa su cara.

La fama está ligada a las pantallas: a más pantallas más gente famosa y, en nuestro tiempo, que es el de la multiplicación exponencial de las pantallas, los famosos se multiplican todos los días. Hoy cualquier entusiasmado, con la cámara de su teléfono y un mínimo sentido histriónico, puede convertirse, en cinco minutos, en un youtuber famoso, en un tiktoker, en un instagramer, en un influencer que dicta las tendencias de la moda, del futbol, de los libros o de la nueva cocina. La fórmula es muy simple: si exhibes tu cara en una pantalla, durante el tiempo suficiente, serás tan famoso como el melón. No es necesario tener ideas qué transmitir, tampoco es ese el objetivo; lo que se busca es multiplicar la propia imagen en las redes, juntar likes, acumular seguidores. Se trata de ser famosos, diciendo o haciendo lo que sea, en cuyo caso sería mejor la propuesta del melón que, cuando menos, tiene la deferencia de permanecer inmóvil y en silencio.