Cultura

No morirá la flor de la palabra

Eurípides salvó muchas vidas con su obra. Shutterstock
Eurípides salvó muchas vidas con su obra. Shutterstock

“No morirá la flor de la palabra”, dijo, hace algún tiempo y en un arrebato de inspiración, el subcomandante Marcos. La palabra como flor, o la palabra que florece en la conciencia de los otros, que sería la del poeta, es lo contrario de la palabra del mandamás, del bicho mediático, del líder político, que no florece en el otro sino que lo infesta con un dispositivo verbal que sólo les sirve a ellos. Y aquí ya estamos dándole vueltas a esa vieja oposición entre el príncipe y el poeta, entre la palabra que es una daga y la que tiene el alcance y la valía de la flor. En el siglo XXI a los que hablan con dagas, hay que sumar el vendaval de las pantallas que decapita a las flores.  

Pensaba en esto mientras leía “Vida de Nicias”, la historia que cuenta Plutarco en Vidas paralelas, una obra escrita alrededor del año 100 de nuestra era, en la que la palabra no sólo es flor, también salvó la vida de decenas de soldados atenienses. Durante la Guerra del Peloponeso, Atenas hizo una incursión desgraciada en Sicilia que diezmó dramáticamente su ejército y a los sobrevivientes los hicieron prisioneros o los vendieron como esclavos. 

La obra de Eurípides era muy apreciada por los sicilianos, ahí el poeta trágico era una superestrella de la literatura. Los soldados griegos que se sabían alguna de sus obras, porque eran muy famosas, descubrieron, con asombro, que las palabras de ese poeta paisano suyo, eran una suerte de conjuro, de hechizo que les conseguía la libertad. Los soldados que se salvaron por recitar sus versos, cuando volvían a Atenas, lo primero que hacían era ir a agradecerle a Eurípides esas flores que les habían salvado la vida. Así lo cuenta Plutarco: “Le dijeron que habían sido liberados de su esclavitud por haber enseñado a sus dueños todos los poemas suyos que recordaban de memoria; otros, que habían recibido agua y comida por haber cantado sus versos líricos mientras andaban errantes tras la batalla”. 

La Guerra del Peloponeso ya está muy lejos pero la palabra, mal que bien, sigue conservando su poder. No morirá la flor de la palabra, siempre y cuando cultivemos esa flor.


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Jordi Soler
  • Jordi Soler
  • Es escritor y poeta mexicano (16 de diciembre de 1963), fue productor y locutor de radio a finales del siglo XX; Vive en la ciudad de Barcelona desde 2003. Es autor de libros como Los rojos de ultramar, Usos rudimentarios de la selva y Los hijos del volcán. Publica los lunes su columna Melancolía de la Resistencia.
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