
Con las observaciones que hizo, en diciembre de 1680, del paso de un enorme cometa por el cielo de Cádiz, el misionero Eusebio Kino publicó un librito en México, de 36 hojas, con un mapa cometario incluido, que tituló Exposición astronómica del cometa.
Los cometas en esa época, igual que otros fenómenos de la naturaleza, tenían diversos significados, anunciaban eventos, vaticinaban plagas y desastres, poseían una carga narrativa que era más importante que su realidad científica.
Recordemos el célebre cometa que observó el emperador Moctezuma en 1516 que, más que un cuerpo celeste con una cauda de polvo cósmico, era el presagio que anunciaba la ruina de Tenochtitlan.
En el prólogo de su libro, Eusebio Kino asocia al cometa con la virgen de Guadalupe, para dictaminar que el gobierno virreinal que había entonces sería largo y estable, y además usa la imagen de la virgen, que es una mujer con la luna a sus pies y coronada por las estrellas, en la portada. La virgen se convierte en una estrella benéfica y el cometa se transfigura en la madre celestial que protege a sus hijos.
Aunque en general, como puede comprobarse en la literatura cometaria de la época, los cometas eran más bien portadores de todo tipo de desgracias, terremotos, la muerte de los gobernantes, revueltas, incendios, plagas.
Además Kino explica en su Exposición astronómica que los cometas están formados de una “agregación o junta de las exhalaciones y vapores” que, según el tipo de cometa, provendrían de la tierra, o de las exhalaciones del sol, como era el caso del que motivó su libro.
Toda esta rica narrativa que vestía a los fenómenos naturales en el siglo XVII fue aniquilada por la ciencia, que en un cometa sólo ve “un cuerpo celeste constituido por polvo, rocas y partículas de hielo que orbita alrededor del Sol siguiendo diferentes trayectorias elípticas”.
La ciencia nos presenta una serie de datos y evidencias incontestables, despoja al cuerpo celeste de esa dimensión mítica que lo convertía en una narración, en una historia misteriosa y llena de prodigios.