El deporte puede dar pasos agigantados como plataforma social, pero mientras aplaudimos de manera reciente el activismo de atletas, ya sea en el movimiento Black Lives Matter o en la promoción del voto para minorías en EU, del otro lado del mundo las dictaduras siguen siendo una realidad y entre las muchas injusticias que conlleva un gobierno autoritario, algunas figuras del deporte, por su poder mediático, terminan siendo víctimas. El caso quizá más presente en los últimos años ha sido el del jugador de los Celtics de Boston, Enes Kanter, que no ha podido regresar a Turquía y tuvo que aguantar la angustia de tener a su padre en la cárcel solo por ser un crítico activo del presidente Erdogan, pero en esta ocasión me gustaría contarles la historia del luchador grecorromano Navid Afkari, de 27 años, ejecutado hace unos días en la horca por el gobierno iraní.
El caso no puede pasar desapercibido. No podemos solo contar el lado positivo de las luchas sociales a las que se están sumando atletas, también hay que hacernos conscientes que, incluso, cuando haya campañas globales contra las injusticias, ni la unión de todo el deporte es suficiente para salvarle la vida a un inocente. Desde hace un año, Irán vive una de sus peores crisis que se recuerden desde la Revolución Islámica de 1979, con constantes protestas en las calles.
Acusado de asesinar a un guardia de seguridad tras manifestarse contra el régimen en agosto de 2018, Afkari fue arrestado junto a sus dos hermanos bajo cargos de librar una guerra contra el Estado. "Si me ejecutan, quiero que sepan que una persona inocente, que intentó y luchó con todas sus fuerzas para ser escuchada, fue ejecutada", se le escuchó decir en un audio filtrado desde la cárcel donde también cuenta que fue torturado y forzado a confesar el crimen.
En los últimos meses los reclamos se acumularon, un sindicato que representa a más de 85 mil atletas en todo el mundo, Amnistía Internacional e incluso el Comité Olímpico Internacional, entre varios otros organismos y figuras, buscaron detener la sentencia sin éxito. Donald Trump le pidió en redes a los líderes de Irán que le perdonaran la vida y se sumaron los gobiernos de Reino Unido y Alemania. Fue una enorme derrota. A Afkari se le impidió la visita de su familia antes de morir, tal y como exige la ley.