En la sociedad civil y en la religiosa se habla de los párrocos ya que son oficios necesarios en la sociedad plural. Algunos párrocos cumplen su oficio como burócratas sociales, ya que la misma sociedad, dividida en estamentos sociales, les invita a ello. Cumplen como funcionarios de lo religioso; administran los sacramentos más de acuerdo a la sociedad de mercado, en la que abundan los uniformes, el elegante vestir; la búsqueda de ascenso social, con ganas de diferenciarse de los menos favorecidos, con los que se va al encuentro cuando es necesario tomarse la foto.
Pero también está en medio de la sociedad el párroco pastor, servidor del pueblo, sobre todo del marginado, que busca abrir las puertas de la Iglesia, atento a las necesidades cambiantes de la sociedad, en el entendido de que el pueblo es como un río, que tiene un cauce fijo, pero el agua nunca es la misma y siempre con distinta fuerza y a veces fuera de la madre del río. Este segundo párroco, a todo está atento juntamente con sus feligreses, observador de la vida con el método teológico de la revisión de vida y coronado con la teología de los signos de los tiempos.
De éste último párroco se respira un aire especial y un acento peculiar que el Papa Francisco lo califica como “pastor con olor de oveja”. Es servidor. Se requiere una gran transformación personal para seguir este estilo “con olor de oveja”. Se busca caminar por donde muchos no andan; no anda preocupado por situarse claramente en la sociedad de consumo. Camina con los criterios del buen pastor, como servidor, y no con criterios de “gran manager” en la sociedad moderna, buscando la colocación social.
Hay párrocos burócratas y párrocos pastores. Los burócratas han dejado entrar el mercado en la administración de los Sacramentos, que se reflejan en las brillantes páginas de sociales de los periódicos locales. Una vez recibido el Sacramento, de Primera Comunión, Confirmación o Matrimonio, pelan en estampida al mundo trayendo como consecuencia el que ya no frecuentan la comunidad de fe, que es donde se le da calor al cultivo de la fe, al conocimiento y profundización de la vida cristiana. Un párroco pastor es el fundador de una comunidad de servicio y no de montoneros que buscan el altar para lucirse ante la comunidad.