Política

Cuando expulsaron a los jesuitas

  • Areópago
  • Cuando expulsaron a los jesuitas
  • Jesús de la Torre T. Pbro.

Allá por 1765, anduvo por tierras laguneras José de Gálvez, acompañado por el franciscano, Fray Agustín de Morfi, con la tarea encomendada por el rey de España, Carlos III, de ir modernizando la administración pública, que entre otras cosas, se incluía excluir a todas las personas o grupos que no estuvieran de acuerdo con las políticas públicas del rey de España; eliminar las propiedades comunales de las comunidades indígenas, cualquiera que fuera el arreglo. 

Este señor se dio una vueltecita por Parras y Viesca, con su acompañante Fray Agustín de Morfi ¡Hubieran sabido a que venía!

Si le escarbamos unos poquitos años más atrás, la historia nos descubre que los reyes de España en turno, de la casa de los Borbones, traían su coraje contra la Iglesia Católica. 

A partir de 1760, los ataques a la Iglesia Católica, en sus diversas órdenes religiosas, fueron más violentas. 

A los jesuitas no los toleraba el rey de España ni su administración, por su adhesión al Papa tan clara. 

El rey de España y su administración se sintieron muy a gusto, cuando ordenaron la expulsión de los jesuitas, de todos los dominios españoles en el año 1767, y esta fue la razón por la que los jesuitas de Parras, fueron expulsados, sin más avisos que el piquete de soldados que los custodió hasta el Puerto de Veracruz.

El visitador José de Gálvez, quien dirigió la expulsión de los jesuitas, castigó con dureza fuera de lo normal: 86 ahorcados, 73 azotados, 117 deportados y 674 y además muchos sacerdotes y civiles presos que no se doblegan a las políticas públicas del rey de España. 

 A estas decisiones desacertadas, vinieron otras más graves, entre las que estaban las minas las bases económicas que tenía la Iglesia y sus corporaciones eclesiales. 

Estos hechos tenían repercusiones en los fieles, que no veían los despojamientos de la Iglesia como algo normal. 

La famosa administración para modernizar todos los dominios de España, no la veían más que como de unos tipos aprovechados que se valían de la fuerza frente a instituciones eclesiales que ya sabían que no iban a responder con la fuerza.

Para muchos, la lucha por la independencia que desataron los insurgentes, no era más que un pretexto para la revuelta. 

Cuando las huestes de Miguel Hidalgo, no se fueron contra la capital del país, muchos no se explican por qué no lo hizo, pero eran un ejército con otros fines y otra mentalidad.

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