El 19 de junio presente se celebra el “Día del Padre” en el que domina el festejo comercial, los regalitos, la carne asada como buenos laguneros etc.
Pero aunque hay familias muy integradas, por otra parte abundan las que venden lo televisores, los comedores de las cocinas que son enseres que salen secretamente y el producto da para una buena parranda para brindar con los amigos, que para estos menesteres, no faltan quienes se apunten.
En las familias está el hervidero de la violencia, cuando ni los jefes ni los hijos están bien integrados en lo que debe ser un clima familiar porque predominan actitudes defensivas porque el otro miembro de familia que se propone hablar, se le silencia con la advertencia de que ya vas a comenzar a fastidiar, porque en algunos ambientes familiares, quienes guardan silencio se ven más bonitos.
La violencia intrafamiliar es escuela de resentimiento, de odio, donde lo que se sospecha del otro se da por hecho.
Hoy es común que los miembros de familia acudan al consumo de distintas drogas, lo que se hace como alternativa para aliviar el fastidio de la vida.
Cuando este recurso a las drogas o bebidas alcohólicas da algún resultado, pues entonces ir a otras drogas en la búsqueda de la efímera felicidad, por la que no hay que pagar impuestos más que los efectos de la cruda realidad, pero esa no con el policía sino con Dios Padre, y para que se llegue ese día, todavía le cuelga.
Los destrozos en la vida de familia, pronto se pagan con el despido del trabajo, con la venta de la casa familiar para pagar las drogas, con la baja del estatus social, porque ya no se pudo sostener la vida que se llevaba; con la pérdida de la vergüenza que se mandó por la ventana y ya de la justicia, el amor a la verdad, la honestidad ya ni cuentan.
Sería mejor celebrar un día del padre impulsando conductas de integración familiar, donde el centro de los afanes, sean el vivir juntos, donde los papás no sean una leyenda en casa, que están cuando les brindan una carne asada, sino que estén al pie del cañón, cumpliendo su deber de papás y que las mamás no sean tan fregonas que sólo piden para “el chivo” y no se acuerdan de vivir en armonía familiar todos los días del año.
