Dos de los secretarios más nuevos en el Gabinete estatal, Eugenio Montiel y Bernardo González, hicieron mancuerna ayer en la graduación de la Escuela de Formación de un numeroso grupo de jóvenes del sector norponiente de la ciudad.
Se trata de varias decenas de muchachos, mal llamados pandilleros, un estigma que los criminaliza a priori, quienes decidieron olvidarse de los códigos, no siempre violentos, de las bandas juveniles a las que pertenecen en barrios como La Alianza o algún Fomerrey de la zona de San Bernabé.
Lo decidieron porque aún creen, pese a la rabia social acumulada por años de olvido y falta de oportunidades, que hay otros mundos posibles para ellos cuando les ofrecen una salida distinta a las adicciones y a la violencia familiar y social que los acecha, esa que muchas veces deviene en delincuencia y en una espiral que termina en la cárcel... o en la muerte.
Estos jóvenes no son ninis, ni son pandilleros, se trata de las generaciones que podemos perder porque nadie se acerca a ofrecerles un puente que los acerque a realidades más amables, facilitadoras de educación y empleos.
Se nota que Eugenio Montiel Amoroso, secretario de Desarrollo Social, y Bernardo González Garza, secretario de Seguridad, entienden la realidad social de forma muy diferente que sus antecesores en esos mismos cargos.
En muy poco tiempo le han cambiado el perfil a las dependencias que el gobernador interino Manuel González les ha confiado.
Ayer ambos funcionarios compartieron su tiempo al lado de los jóvenes que llegaron con saco y corbata a buscar una oportunidad diferente, que tal vez les mejore sus condiciones de vida, o tal vez no, pero al menos les abrieron una puerta nueva.
Alguna vez, siendo secretario de Seguridad, Luis Carlos Treviño Berchelmann preguntó a un grupo de jóvenes de Infonavit Valle Verde por qué siempre estaban reunidos en la tienda de la esquina. La respuesta lo desarmó: “porque en la casa nada más cabemos dormidos, y a veces ni así”.
Bien llevados, estos programas ahorran mucho dinero en patrullas, armas y policías. Oportunidades y prevención, mejores que represión.