Política

Sucesión o elección presidencial

Lo que en diferentes espacios y medios se analiza es quién puede ser la persona que el actual presidente designe como su sucesor; no quién puede ser electo por la ciudadanía como presidente de México. Se habla de sucesión presidencial, no de elección presidencial. El asunto no es semántico, sino que va mucho más allá, e involucra la forma como se procesa e interpreta la realidad.

El concepto sucesión es propio de Estados monárquicos, ya sean constitucionales, parlamentarios, absolutos o electivos. En los tres primeros, existe un orden de sucesión establecido legalmente; que, por lo regular, es patrilineal y en favor de los varones. En cambio, en las monarquías electivas, el Rey o Jefe del Estado si bien es elegido, no lo es popularmente, sino por un órgano o grupo especial, y el candidato debe reunir ciertos requisitos o cualidades. Caso típico de una monarquía electiva –junto con otros cuatro más que existen en la actualidad– es el de la Ciudad del Vaticano, en donde para ser Jefe de ese Estado se requiere ser Cardenal, y electo por el Colegio Cardenalicio.

No se requiere mucho esfuerzo para entender al sistema político mexicano como una rara mezcla entre monarquía electiva y absoluta, con república presidencial, que podría conceptualizarse como monarquía presidencial (no  presidencia imperial, que refiere más bien al ejercicio del poder), por incorporar el criterio de que solo pueden ser elegibles los Secretarios del Presidente  –como en el Vaticano solo los cardenales pueden ser Papas–; pero que a la vez se diferencia porque, en nuestro caso, no es un cuerpo colegiado sino una sola persona la que elige al sucesor –y sin respetar orden de sucesión fundado en el parentesco–, lo que lo haría más tradicional que las monarquías absolutas.

Estos elementos monárquicos de sucesión se complementan solo formalmente con procedimientos de una república presidencial, cuando el elegido así es ratificado popularmente en elecciones constitucionales. Quizá a esto se refería Mario Vargas Llosa cuando calificó a México como la “dictadura perfecta”. De tal manera, que cuando se analiza la “sucesión presidencial”, lo que estamos haciendo es internalizar, normalizar y avalar los procedimientos monárquicos de transmisión del poder político en México; y no los republicanos y democráticos, si habláramos de elección presidencial.

Un problema serio sería que la sucesión presidencial se saliera de control y la elección presidencial no pudiera concretarse (esto después lo analizaremos).


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Javier Hurtado
  • Javier Hurtado
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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