La renuncia de Eduardo Medina-Mora Icaza a la Suprema Corte tiene al menos tres implicaciones:
1.- Se trata del miembro de una de las familias de mayor alcurnia y prestigio en el país: su tío Xavier Icaza y López Negrete (nótese la prosapia implícita en los apellidos compuestos) también fue Ministro de la Corte entre 1934 y 1940; su hermana María Elena es una destacada científica, miembro de El Colegio Nacional e investigadora nacional nivel III del SNI; su tío Manuel Medina- Mora, fue Presidente y Director General de Banamex; su primo Carlos de Icaza es embajador emérito y fue Sub Secretario de Relaciones Exteriores.
2.- El caso, ha involucrado a su hermano José ex presidente de Coparmex Jalisco y actual vicepresidente nacional de esa organización. En 2018 se le mencionó como posible candidato a gobernador de Jalisco por el PAN, era un líder que según se decía estaba “de moda”. Resulta que su togado hermano además de impartir justicia, es socio de su empresa Compusoluciones, involucrada en las supuestas transferencias millonarias a las cuentas de Eduardo. Esta empresa, y Visión Holding, fundada en 2001 por otro hermano de nombre Raúl, obtuvieron durante los gobiernos de Calderón y Peña contratos de adjudicación directa por 400 millones de pesos.
3.-Las renuncias de los Ministros de la Corte “solamente procederán por causas graves”, dice la Constitución. Todos lo han ignorado: ni el renunciado, ni el Presidente de la República y tampoco el Senado las han mencionado; ya sea para presentarla, aceptarla o aprobarla, respectivamente.
La renuncia no solo ha afectado el prestigio de esta familia, sino que también al Estado de derecho y el equilibrio de poderes.
Tanto por la aceptación de la renuncia como por la posible exoneración o por la condena anticipada del involucrado, el Estado de derecho y la justicia han sido severamente dañados. Obtenida la vacante en la Corte, lo peor es que con el cuento de la paridad de género, pongan en su lugar a una mujer incondicional del Presidente, afectando seriamente el equilibrio de poderes. El equilibrio entre los poderes debe ser más importante que la cuota de género.
