Durante el desarrollo del Foro Federalista “Prisciliano Sánchez”, realizado por segunda ocasión en la Feria Internacional del Libro (FIL), bajo la Coordinación de la Diputada Mara Robles, el Coordinador de la mesa, Francisco Tortolero, lanzó a los ponentes la siguiente pregunta: ¿cuáles han sido o podrían ser las relaciones entre federalismo, Estado de derecho y democracia?
De mi parte, considero lo siguiente:
El federalismo es un sistema jurídico institucional no solo para distribuir poder, sino que, también -sobre todo- para controlar el poder. En México,la Federación, no obstante ser una ficción jurídica creada por los estados, cada vez concentra más facultades y recursos en los poderes federales y en la persona del Presidente de la República. Por tanto, el primer objetivo no solo no se cumple, sino que avanza en sentido inverso.
Por lo que respecta a lo segundo, con la federalización de la Guardia Nacional las autoridades locales han perdido uno de los recursos más importantes de que disponían para defenderse de los poderes federales, en una situación en la que sus autoridades violaran la soberanía interior de los estados, o atentaran contra el sistema republicano o el Estado de derecho.
En esta deformación se ha olvidado que la reimplantación del federalismo en México en 1847 tuvo un innegable componente de control del poder, a través de los mecanismos de control de la constitucionalidad que genialmente concibiera Mariano Otero.
No solo eso, al crear procedimientos o instancias políticas y no exclusivamente jurisdiccionales, Otero implícitamente favorecía el federalismo; y, al mismo tiempo, al Estado de derecho. Sus propuestas cobran actualidad hoy en día ante casos en que los poderes federales son juez y parte tanto en amparos, como en acciones de inconstitucionalidad y controversias constitucionales.
Otra cosa que vale la pena recordar es que, en México, los federalistas eran liberales, y los conservadores centralistas.
Hoy, la Historia ha cambiado: los autonombrados herederos del liberalismo juarista son centralistas, en tanto que los calificados como “conservadores” somos orgullosamente federalistas. Vueltas que da la vida.