Ayer se confirmó lo que todo mundo sospechaba desde mediados del año pasado: la economía mexicana se contrajo en 2019. De acuerdo a la estimación oportuna del Producto Interno Bruto (PIB), publicada por INEGI, en el cuarto trimestre éste no pudo recuperarse del raquítico desempeño del año pasado. No hay otros datos. El crecimiento económico no es el único parámetro para medir la calidad de vida de los mexicanos, eso es cierto, pero simple y llanamente, en cuanto a bienes y servicios, en 2019 nos tocó menos que en 2018.
En el comunicado de prensa difundido este jueves, el INEGI señaló que durante el curso del año pasado el PIB se redujo en 0.1% frente a 2018, con cifras desestacionalizadas. Si bien las actividades primarias crecieron 2.1% y las actividades terciarias lo hicieron en 0.5%, en su conjunto no pudieron contrarrestar la caída de las actividades secundarias en 1.7%. Habrá que esperar hasta el 25 de febrero para conocer la estimación final, pero sin duda estas cifras no son positivas para la actividad económica nacional.
Habrá que conocer qué tanto de la reducción en las actividades secundarias tuvo que ver con el pobre desempeño de PEMEX, aunque algunos no lo quieran reconocer, pero también hay que enfocarnos en la base de estas actividades: la inversión. No es coincidencia: desde el tercer trimestre de 2018, cuando se decidió cancelar la construcción del NAIM con una “consulta popular” bastante irregular, los recursos que empujan los grandes proyectos que necesita el país simplemente no han llegado, sean externos o internos.
En este sentido, un día antes de la noticia el presidente López Obrador presentó al recién creado Gabinete para el Crecimiento Económico. Este grupo de trabajo, encabezado por Alfonso Romo, tendrá la encomienda de fomentar las inversiones y el crecimiento económico en el país, y coordinará a las Secretarías de Hacienda y Crédito Público, Economía, Comunicaciones y Transportes, Medio Ambiente y Recursos Naturales y Energía. En ésta última, habrá que ver si por fin las participaciones público-privadas pueden hacer de CFE y PEMEX un impulso, en lugar de un lastre, de la economía nacional.
El tiempo se acabó. Esperemos que este Gabinete sí pueda generar condiciones de confianza, ese ingrediente que ha faltado para que México pueda moverse en la dirección correcta en lo económico. Por lo pronto hay estabilidad inflacionaria y los salarios reales han tenido un buen desempeño, sin embargo, la cifra oficial sobre el crecimiento económico debería prender los focos rojos para que gobierno e iniciativa privada encuentren caminos que reviertan la situación. Afortunadamente, con la firma del T-MEC en Estados Unidos, las piezas están listas para lograrlo. Falta ver si existe la voluntad para generar diálogo y tomar las decisiones necesarias que enciendan los motores que impulsen nuestro potencial.