No sé a ustedes pero a mí ya Jelipillo Calderón y todo lo que lo rodea me están dando una güeva infinita en su afán por ser la versión ultraderechosa de Sarita Sosa para sembrar miedo y terror a su paso, más ahora que sacó al viejo Gómezpunk de su estuche para demostrar su bonhomía, empatía y sentido de humor, ciertamente un poco retorcido. Hay que reconocer que todos los días se esfuerza por llamar la atención de cámaras y micrófonos para esparcir su legado, de la Guardería ABC a la narcoguerra por todos tan querida, su deporte favorito de criminalizarlo, en particular estudiantes y migrantes, y presionar magistrados, que es una de sus grandes aportaciones a la construcción de la democracia mexicana.
Sin embargo, ya comienza a ser un poquito aburrido cuando crees que Jelipillo va a sentarse y a guardar silencio, cuando oooootraaaaaa veeeezzzzz salen datos que lo devuelven a la palestra, como que cuando tuvo la oportunidad de pagar la deuda externa con las abundantes ganancias generadas por Pemex, prefirió rodar otras rutas como derrochar ese dinero en telenovelas producidas por García Luna Productions, por ejemplo, hechas con el fin de apuntalar los logros invisibles de su sexenio, como el inolvidable caso Cassez, que superó con creces a La fea más bella, entre otras maravillas por el estilo, que sin duda le devolvieron la fe en los electores que al final se lo reconocieron al echar a patadas al panismo de Los Pinos.
Lo bueno es que el esposo de Margarita —que luego, luego se ve que es su más avispada consejera junto con el tumbaburritos, mitad Lozano mitad Richie Alemán— siempre tiene salidas inteligentísimas como la de unirse a Fox, más otros ex presichentes, que se distingue por su conservadurismo oldie but fuckin en el apoyo del represor, autoritario y gorilesco de Lenín Moreno. Solo falta que Vargallas Llosa refuerce la estrategia señalando a este Lenín como un valiente y connotado luchador por las causas del anticomunismo, el proletariado voraz que se niega a ser explotado y los pueblos indígenas que tristemente no tienen ganas de seguir siendo tratados como personas de quinta por la burguesía ecuatoriana, ejemplo de humanismo.
En cualquier momento Claudio X. González mandará refuerzos para que don Lenín se asegure de que el capitalismo sea más salvaje que nunca, succionando la ubre del Estado al ritmo de Miguel Bosé, siempre partisano, nunca impartisano.
¡Salven a Ecuador!
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