Hoy no quiero escribir del expresichente Jelipillo que ahora le quiere dar clases de morigeración, sentido común y autocontrol a Joe Biden, siendo como todos sabemos un gran ejemplo de morigeración y autocontrol; tampoco tengo intención de hablar del señor Catémoc Gutiérrez de la Torre, el Señor de los topogigios que usaba el PRI de leonera, y que con una ayuda de sus amigos se quiere hacer pasar ooootraaaaaaveeeeezzzz por bueno, santo y puro como si no supiéramos que es el Keith Raniere de los pepenadores; aunque sí quiero sugerir que feministas y gobierno le bajen a sus arrebatos y tomen una terapia en un temazcal lejos del bullicio de la falsa sociedad.
Hoy quiero decir que mi padre nunca me llevó a conocer el hielo en alguna tarde remota, pero a cambio me llevó a conocer a Joaquín Salvador Lavado Tejón, el gran Quino y a uno de sus personajes míticos, Mafalda (esa niñita que odiaba la sopa porque era para los niños como el comunismo a la democracia, que exigía que se detuviera el mundo para que se pudiera bajar) con la clara intención de mostrarme que en el humor había más vida que Chespirito, el pastelazo y los chistes de Pepito.
Y así fue; cualquiera que tenga que ver con la ironía, el comentario ácido y la comedia de equívocos y situaciones, tuvo que haber pasado necesariamente por las laboriosas y profundas piezas humorísticas de Quino, que hurgaban sutilmente en las fibras más sensibles y en los pensamientos más complejos.
Porque procrastino a pesar de lo que dicen, me siento muy cercano a Felipito, sobre todo cuando se pregunta porqué él, precisamente él, tenía que ser como él. Sin embargo, la gran Mafalda me enseñó a lidiar con angustias existenciales, el fin del mundo, la democracia, censura y represión cuando le entraba la onda del empezose del acabose y te daban ganas de echarte unas pastillas Nervocalm como su papá cada vez que ella le preguntaba sobre dios, el sexo o el futuro.
Manolito era como de la Coparmex, por eso cuando en el almacén Don Manolo olía algo medio podrido luego luego lo ponía como oferta de la semana; Susanita que sería como de FRENAAA, se adelantó al prianismo y pensaba que en vez de ayudar a los pobres lo mejor sería esconderlos; Miguelito, idealista y poeta, condenado a lidiar con su jefecita control freak; y Libertad, provocadora, culta e izquierdista que andaría en las marchas feministas pero no que no apoyaría las madrizas.
Buen viaje, querido maestro Quino.
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@jairocalixto