Política

¡No se azoten que hay chayotes!

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Por un lado tenemos a Javier Sicilia y los LeBarón, a quienes en su marcha solo les ha faltado darse de latigazos en las espaldas, y por el otro las fuerzas amloístas, que frente a ellos se pone como la niña de El Aro al ritmo de císcalo císcalo diablo panzón.

Y los porristas de cada causa, malitos de su fanatismo, todavía le ponen más sabor a ese caldo de cultivo. O sea.

Si bien el asunto de la seguridad, la lucha contra el crimen organizado y la impunidad es un tema sensible, complejo y peliagudo, con terribles tonos trágicos, lo que menos requiere es que su combate sea a través del melodrama ranchero. De nada sirven estas confrontaciones telenoveleras de pésimo y artesano gusto donde prevalece el pinchi culebrón maniaco. Y la intolerancia, papá, tampoco ayuda.

Como tampoco ayudan las fuerzas opositoras pero resentidas amarrando navajas, a la manera de una pequeña contribución al caos derechociento-boroliano.

Como quiera que sea, AMLO tendría que haber recibido a la caravana, debatir y encontrar otros caminos. No obstante sus excesos y pendejadas, hay mucha razón en ese movimiento. Quizá sea momento de que Andrés Manuel vea Invictus para que vea cómo Mandela lidió con la oposición que, eso sí, no era tan obvia, huera ni tan bárbara como la de Markitititititito Cortés.

***

Una leve digresión deportiva en esta columna que tiene algo de cruz y del Pantera, nada más para destantear al enemigo, esas tribus de bots de a peso que se dejan caer por esta su humilde casa que cada día son más corrientes que hacerse pipí en el baño.

Nunca he sido fanático de los Lakers de Los Ángeles que son como el América de la NBA, pero reconozco a grandes maestros: Kareem Abdul-Jabbar y el Magic Johnson que al hacer público su contagio de VIH me produjo una tristeza solo comparable con la que me ha dejado la muerte trágica del Kobe Bryant.

Leyenda máxima del deporte ráfaga que, a pesar de no estar rodeado de grandes jugadores como en otros tiempos, se llevaba al equipo al hombro y a fuerza de talento y pundonor alcanzó a forjar triunfos espectaculares.

Afuera de la cancha el Kobe era amable y generoso y apoyó como pocos al básquetbol femenil. Sabía de futbol porque vivió en España mientras su padre, militar, estuvo estacionado por allá; era amigo de Ronaldiño y Messi.

Espectacular, alucinante, poderoso, ejecutivo, entrañable y su poema al básquetbol premiado con un Oscar así lo constata.

#MambaForever.

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Jairo Calixto Albarrán
  • Jairo Calixto Albarrán
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  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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