Sin un pronunciamiento claro en contra de quienes serían sus verdaderos adversarios, es decir la Loca academia de huipiles y gelatinas, Marcelo Ebrard sacó a pasear a sus fuerzas vivas para darle vida a su asociación de Marchelistas anónimos y unánimes. Con un hombre ciertamente un poquito cursi, Camino de México (mejor le hubiera puesto “Los caminos de la vida no son los que yo pensaba”), marca su destino, basado en la peregrina idea de que, basando en la paranoia al revés, todo el mundo lo quiere. Y más los aspiracionistas.
Marcelo busca afanosamente un lugar en el camino a la presidencia desde la izquierda, sin manifestarse más que de manera subacuática, en contra de quienes desde los medios, los partidos, la oligarquía, han atacado ferozmente a la cuatroté. Es decir, pretende arrebatarle votos a Morena donde no se siente representado, pronunciarse en los enemigos instalados en las noticias falsas, la infodemia, la voracidad y el anticomunismo más primitivo. Lo primero que tendría que haber hecho un candidato que se supone es izquierda, es sacarle sus trapitos al sol a personajes de dudosa categoría moral como Xóchitl Gálvez, Claudio XXX, Alitititito Moreno, Markitititititito Cortés o Zambranititito. Sin eludir, como lo ha hecho, a especímenes del derechairismo como el ChikiliQuadri, Kinky Téllez, la Rabadán, los líderes del Cártel inmobiliario del PAN y así. Cómo pretendes jalar agua a tu molino sin sostener de frente un discurso fuerte, duro, incluso provocador, contra estas fuerzas y estos personajes que no han hecho sino tratar de dinamitar y negar cualquier logro, propuesta, o idea del gobierno del que fue Canciller.
Ni una palabra que cuestione al lawfare de la señora Piña y sus Piña boys, ni un comentario pertinente ni impertinente sobre la Tremenda corte, sobre el INE de mi Tatankita Córdova, Vicente Vox, Calderón o el neocristero Eduardo Verástegui.
Ebrard quiere cruzar cómodamente y comodinamente el pantano sin marcharse, porque cree que su plumaje es intocable e inmaculado.
Antes peluseó al Noroñas, retó a AMLO, atacó misógino a la Sheinbaum y madreó al doctor Gatell, antes que criticar a la Casa Roja, aventarse contra Alazraki y los Paleros de Alazraki, darse de topes con Loret y arrebatarle la peluca a Brozo, el Trujillo tenebroso.
Bueno, no ha tocado ni a Mancera.
Marcelo no quiere saber de los caminos de la vida que son difícil de andarlos, difícil de caminarlos.