La mera verdad ya me da flojera hablar del ex presichente chaparrito, peloncito, de lentes, pero su avidez de notoriedad carece de límites, así que al menos en esta columna que tiene algo de cruz y del Pantera ya no se va a mencionar su nombre porque luego luego se ve que se quiere colgar de mi fama.
La cosa es que ahora, a pesar de que debería estar escondido bajo las faldas de la señora Zavala luego de todos los señalamientos de los que ha sido recipiendario (está a dos de superar los Salinas brothers como el villano favorito de México), amenaza con publicar un libro. No tanto para acallar las voces de sus exégetas que le descubrieron que, según unos documentos, el procurador Eduardo Medina Mora (una fichita) sí conocía el operativo Rápido y furioso, para demostrar que ha escrito más libros de los que ha leído.
Y no habría sido tan mala estrategia si, por principio, no le hubiera titulado Decisiones difíciles (ya saben, en redes sociales le armaron sus memes donde las decisiones difíciles estaban entre el bacachá y los shots de tequila, o entre meter al tambo a sus parientas de la guardería ABC o hacerse pato y dejarlas libres de polvo y paja) porque es un plagio del título de Hillary Clinton, Hard choices.
Bueno, igual tuvo un asunto en su propia sala oval cuando le giraba instrucciones a ese señor de las telenovelas que nunca ha conocido ni conocerá, entonces sí tendría sentido. De otra forma, insisto en que sus asesores conforman una patibularia pandilla de paletos.
Digo, a su obra magna, producto de años de reflexión sobre su condición inhumana, ya mero le pone Quióbole con mi sexenio o Dioj mío, hazme autoviudo, virgencita plis o Mi narcoguerra explicada por Karla Panini. O sea, de tantas posibilidades escogió la más obvia, lo cual refuerza mi tesis de que lo que pide a gritos es que lo apañen. Es casi un homenaje a Javidú que dejó tal rastro de sus trapacerías que lo más lógico era que andaba buscando que lo amarraran como porky.
Estaba yo en esa reflexión cuando me acordé que hace un mes la derechairiza afirmaba de manera contundente e inobjetable que la primera ministra de Nueva Zelanda era la onda, que qué motherna. Hoy las cosas han cambiado y la misma mujer pasó a ser una pinchi ñora porque se le ocurrió contradecir la descalificadoras que el PIB está sobrevalorado, que primero lo social y hay que bajarle el sueldo a los funcionarios.
Déjense ahí, no sean gachos.
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@jairocalixto
