Política

El estafador neoliberal de Tinder

Esos millones invertidos en bots en las redes sociales es, a pesar de todo, el dinero mejor gastado por el sector opositors en su denodada y justa lucha por acabar con la Dictadura macuspánica, la única donde los opositores pueden oponerse sin que los metan al tambo. Mientras han derrochado inútilmente recursos en intelectuales que declaran que extrañan la dictadura perpetua, que confunden a Mariano Otero con cualquier mal imitador de Mussolini sin obtener más que burlas y memes, o en políticos ultraderechos que desprestigian al desprestigio, o youtuberos que hacen ver a la Chupitos como una maestra en historia, los bots han sacado la casta.

Digo, no es cosa fácil aguantar hashtags de pésimo y reguetonero gusto como #TodosSomosLoret o respaldar a personajes como los expresichentes Jelipillo y Fox que no hacen sinapsis, o moneros como el otro Calderón que es más calderonista que Calderón y que es capaz de ver virtudes en Lilly Téllez que ni su familia ha sido capaz de detectar ahora que se ha declarado lista para ser la señora presichenta. Por muchos algoritmos diabólicos que te nutran, hasta para un bot debe ser complicado impulsar la idea de que la Téllez, que se tardó tres años en entregar una ambulancia chatarra, pueda ganar un proceso electoral. Y menos teniendo la empatía de Catalina Creel y armar más vendettas que en toda la serie de El Padrino.

Pobrecitos de los bots ultraderechosos defendiendo los reportajes de Chocolates Rocío y de la Casa de Houston al ritmo de “Odio quiero más que inferencias”. Y luego les ponen nombres como “Kukluxpanista antiPeje cojonudo” o “Antichairo hitleriano pluscuanimperfecto”, acompañados de la imagen de Brozo, el Trujillo tenebroso, en avanzado estado de putrefacción, no se vale.

Los bots voxistas-prianchuchistas-tresequisgonzalistas hacen un trabajo muy ingrato y merecen respeto. Y sobre todo cariño, afecto, son niños sin amor en el hospicio del sector opositors que es el Castillo de la impureza.

Yo por eso procuro mimar, corresponder y cotorrear con mis bots, para que no se sientan ni menospreciados ni condenados a cantar las de Alex Lora —el nuevo subjefe Diego— para defender líneas de pensamiento que los unen con el Estafador neoliberal de Tinder.

Para colmo, ahora los bots le agregan el “bro” al final de sus insultos con faltas de ortografía (como Fox escriben Cajón con G) y ácido fólico. O sea, quién está haciendo el algoritmo, ¿Payazuelos?

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@jairocalixto

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Jairo Calixto Albarrán
  • Jairo Calixto Albarrán
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  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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