Cuando vi a la señora ultraderechosa y franquista gritando de manera desaforada con la bandera española a manera de capa, pensé que así estaría la dotora Denise Dresser cuando se enteró de que el Tribunal Electoral la multaba y la incluía en su lista negra, por lo que viene siendo violencia política por razón de género. No se vale.
Y todo porque sus malvados enemigos comunistas la acusan de andar armando chismes de pésimo y reguetonero gusto, en una mala imitación de Fabiruchis, recurriendo a un lenguaje a lo Bisogno y con una terminología más corriente que aquellos cutres locutores que hacen pipí en la regadera. Ni aguantan nada, de veras. Por supuesto, cuando la politóloga buscó relacionar de manera supuestamente maliciosa a la diputada morenista con el ex secretario de Gobernación Adán Augusto, se trataba de una broma, ya la gente es muy solemne y no tiene sentido del humor.
Incluso hay personas de mala fe que dicen que al hacer estas cosas ponen muy pero muy pero muy en entredicho el feminismo radical que ha enarbolado la dotora Dresser. Nuncamente, todos sabemos que no lo hizo deliberadamente, igual que las fake news que la han hecho legendaria (la estrella porno convertido en maestro o doctor muerto por la pandemia), su recalcitrante antiamloísmo militante, los arrebatos negacionistas, anticomunistas, terraplanistas que la caracterizan, son en realidad chascarrillos para animar el ambiente político y contribuir a la polarización como debe de ser.
Ella, que aparece en todos los medios corporativos para mandar mensajes del tipo Kinky Téllez e imitando a Sandra Baticuevas, nunca ha calumniado a nadie, ni a sí misma cuando casi casi decía que “El 68 soy yo” o AMLO es igualito a Díaz Ordaz, o que el comunismo de la Cuarta Transformeichon nos convertiría en Venezuela.
Denise no tiene un plan maligno ni nada, solo quiere que los morenacos se vayan al infierno, que el PRIAN regrese al poder, que Claudio XXX no pague impuestos, que le hagan a Calderón un monumento como el de la Cabeza de Juárez y que Vicente Vox sea considerado pueblo mágico ambulante.
Lo mejor de todo esto, es que la seño Dresser respondió al señalamiento y la derrota, como suele responder Xóchitl Gálvez y el sector opositors: haciéndose la “vístima”, alegando que Marx le metió la pata, que nos estamos cubanizando, que ya no se puede decir nada, que estamos secuestrados por una maldita dictadura, todo en un tonito tipo Enrique Guzmán.