Me supera que el ex presichente Calderón se haya cuarteado al primer acuerdo de Trump con Putin y por lo tanto borrara de su cuenta de Twitter la banderita de Ucrania. No puedo creer que solo porque
Donny y Vlady se hermanaran en la repartición de los Cárpatos, el esposo de Margarita dejara de apoyar al libertario de Zelenski.
Es como si un día para otro Jelipillo hubiera decidido traicionar a los shots de Tequila, las cubanderas y el Tonayán. Años portando esa bandera como un símbolo de sus principios anticomunistas, su profundo desprecio por todo lo soviético, para que ahora salga bailando katachó.
¡Qué guangas sus convicciones, al parecer puestas al servicio del oportunismo! Lo más divertido es que crea que Trump estaba muy preocupado por su respaldo y que desde algún lugar de la Casa Blanca, mientras se comía una Big Mac con sus aguas negras del imperialismo, estuviera esperando a que Caldedrunk borrara esa bandera para mostrar clara y públicamente sus convicciones trumpistas. Podíamos estar de acuerdo en su ideología medieval y profundamente retardataria, pero resultaba respetable que la defendiera a capa y espada, aún por encima del ridiculo que eso significara. ¿Ahora qué va a poner?, ¿acaso la bandera rusa o la frase ”Make the American Gulf Great Again”? o nomás “Estamos chupando tranquilos”.
Por supuesto no está solo y varios calderonícolas, varios de los más conectados Archelos, que apoyaban a Zelenski, han comenzado a agacharse e irse de lado, querido amigo. Es ahí cuando uno valora a personajes de poca cacumen que, en vez de hacer drama por la traición de mi Donald, siguen esperando que lleguen los marines a poner orden y progreso en México. Y ahí están vestidos como el tío Sam, esperando que la Quinta flota desembarque en Caleta-Caletilla.
Como quiera que sea, Trump está jugando con la mente de los fachos del mundo como un gato con sus Whiskas. Y ahí están, de Buenos Aires a Berlín, tratando de asimilar esta renovada relación con Putin, después de años de abominarlo, ponerle restricciones, aislarlo y acusarlo de todo lo indecible, para que luego aparezca el Agente anaranjado y borre todo de un plumazo. Deben de creer que don Vladímir tene aquellas míticas grabaciones de las fiestas de Donald en Moscú, donde la lluvia era dorada. Eso a mí no me consta, lo dicen las malas lenguas.
Trump anunció cuáles cárteles son los malos de Malolandia, pero no incluyó al cártel inmobiliario del PAN. Seguro no tarda.
