La única manera de ayudar en estos tiempos de azoro a la ultraderecha venezolana que anda más rabiosita que de costumbre, es hacer un llamado a que los derechairos locales sean sometidos a los rigores de una máxima fundamental: “Más ayuda el que no estorba”. Sobre todo cuando Vicente Vox sigue haciendo tiktoks de pésimo y reguetonero gusto donde habla de defender la democracia, cuando él reconoció haber metido sus manotas en la elección a favor de Calderón. El antilopismo hace extraños compañeros de viaje, como en el caso de los intelecuáles que firmaron su apoyo a Xóchitl, y que a estas alturas todavía no salen de su escondite, salvo Gabriel Zaid, cuyo texto dresseriano tilda de sanbueyes a todos los que votaron por Claudia Sheinbaum y que ha sido retuiteado por Krauze con lágrimas en los ojos porque tiene “objetividad y lucidez”. No me digan, eso lo pudo haber escrito Sandra Baticuevas tomándose unas selfies trepada en el Ángel de la Independencia. Consecuencias de los déficits de apapachos.
Como quiera que sea, mientras la oposición mexicana siga mandando a sus miembros más desprovistos de sinapsis para luchar contra el comunismo internacional, Venezuela seguirá bajo las garras del comunismo chavista. Y más si insisten en la misma cantaleta con polilla incluida donde Méxique corre el peligro de convertirse en Venezuela. Ahí tienen al hijo de Calderón, que alega desde las profundidades del chumelisno de que hay hambruna en la república bolivariana. Se ve que le tocó la escasez de ácido fólico. Bueno, también está el gran Álvarez y Guasa que de tanto juntarse con sus amiguis panistas, ya habla como la Rabadán queriendo asustar a la gente con eso de que México se puede convertir en Venezuela, algo que genera tanto terror como una paleta, Payaso. Y qué decir de Roberto Madrazo, que se siente Robertico Limonta, acusando a Maduro de ratero como si no fuera la ocasión de lo mismo que culpáis. Todos en el Twitter gritaron “¿Y tú qué hora traes? Es la cosa, para tener la lengua larga hay que tener la cola muy corta.
Ya lo más loco es que Elon Musk, al enterarse de los millones de barriles de petróleo y otras riquezas venezolanas, casualmente se puso a atacar a Maduro, mientras se tomaba fotos con Netanyahu, ese humanista. Y en su fanatismo hasta su propia plataforma, Twitter, le explicó que estaba moviendo más fake news que Calderón. Se ve que hasta entre dictadores hay clases.
Maduro no se ayuda, pero la ultraderecha menos.
