En su paso por territorio mexicano con el objetivo de llegar a Estados Unidos, las violaciones de derechos humanos son contantes contra los trasmigrantes, quienes son víctimas del crimen organizado, de la delincuencia y de grupos delictivos dedicados a la trata de personas.
A pesar de las agresiones de las que son víctimas, los migrantes que provienen de países centroamericanos, de Sudamérica y hasta del continente africano, no presentan ninguna denuncia por temor a ser deportados; además, tienen la percepción de que las autoridades mexicanas no los tomarán en cuenta y consideran que perderán los procesos.
En medio de la pandemia de covid-19, en estados como Puebla, se presentan cuatro flujos migratorios, el de tránsito, el de origen, el de destino y el de retorno de migrantes, explicó Alejandra Domínguez Sánchez, integrante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur Puebla).
Durante la mesa de análisis “La problemática de los refugiados en México y en el mundo”, organizada por la Upaep, Domingo Sánchez explicó que la pandemia agudizó la crisis humanitaria, situación que aumenta los flujos migratorios en el llamado Triángulo Norte-Centroamérica.
Al mismo tiempo, Xamara Elizabeth Navarrete Cisneros, integrante del Servicio Jesuita a Migrantes México (SJM-México), explicó que, en medio de los flujos migratorios, las violaciones a los derechos humanos están en aumento.
La denuncia de las agresiones no es una opción para los llamados “sinpapeles”, ya que la posibilidad de ser deportados es una constante. Navarrete Cisneros explicó que, si para la población mexicana es complicado presentar una denuncia ante la falta de resultados por parte de las autoridades, para los migrantes los problemas se multiplican.
De forma adicional, el largo tiempo de espera para los migrantes cuando hacen denuncias en torno a violación de derechos, se traduce en frustración. Los transmigrantes desconocen todos los derechos que tienen y prefieren evitar contacto con las autoridades, lo que da como resultado que se coloquen en situaciones de vulnerabilidad.
El panorama es complicado y oscuro para las personas que buscan mejores condiciones de vida; además, los problemas crecen ante una salud mental deteriorada de los migrantes, quienes, al igual que toda la población, tiene derecho a un mejor lugar para crecer.
Jaime Zambrano