El 24 de febrero de 2020, Puebla se enteraba de uno de los momentos más tristes en su historia reciente: el asesinato de cuatro jóvenes, tres de ellos, estudiantes de Medicina de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) y de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), y de un conductor de Uber.
Las muertes de Francisco Javier Tirado Márquez, estudiante de la Facultad de Medicina de la UAP que realizaba prácticas de servicio social; de Ximena Quijano Hernández y José Antonio Parada Cerpa, estudiantes de intercambio en la Upaep y médicos internos de pregrado originarios de Colombia; y del conductor de Uber, José Emmanuel Vital Castillo, no se olvidan y las exigencias de seguridad siguen latentes.
A un mes de que los cuerpos aparecieron con signos de violencia en Santa Ana Xalmimilulco, en Huejotzingo, Puebla desconoce lo que sucedió y mantiene la exigencia de justicia.
Las primeras investigaciones revelan que los jóvenes se encontraban en el carnaval de Huejotzingo y, aproximadamente, a las 22:15 horas del domingo, solicitaron el servicio de transporte Uber, el cual, les fue proporcionado en un vehículo color plata modelo 2020 con placas del estado de Puebla.
A principios de marzo, el titular de la FGE, Gilberto Higuera Bernal, dio a conocer que el robo del sombrero de Ximena pudo ser el detonante de una confrontación.
La FGE obtuvo la ruta del recorrido de la unidad Uber a través del sistema de rastreo satelital, GPS, por lo que solicitó las órdenes de cateo de tres inmuebles de Huejotzingo en los que se encontraron cartuchos de diversos calibres, equipos de telefonía celular, chalecos antibalas y placas balísticas, narcóticos, cinco vehículos y una motocicleta, todos con reporte de robo.
El jueves 5 de marzo, miles de estudiantes de más de 60 universidades de Puebla participaron en la #MegaMarchaUniversitaria que se realizó en demanda de seguridad.
La inseguridad sigue siendo un pendiente y se espera que las autoridades de los tres niveles se pongan de acuerdo y garanticen la tranquilidad de los estudiantes. Las cuatro vidas arrebatadas, al parecer, por grupos delictivos le duele a Puebla. Lo mínimo que puede recibir la sociedad es la garantía de que se encontrará a los responsables para que el caso no quede impune como muchos otros. Puebla no se merece que se olvide el multihomicidio, a la entidad le urge justicia.
