Un político mexicano de los más desacreditados (vaya que hay muchos), encabezó el domingo pasado en León, Gto., su tierra natal, una manifestación contra López Obrador.
Hace 19 años, este político, basó su campaña en busca de la presidencia, en promesas falsas; entre otras, que de cumplirse su ambición le daría su merecido a las tepocatas y a las víboras prietas. Los ingenuos, hartos de siete décadas de corrupción y saqueos desmedidos, nos fuimos con la finta, yo, entre muchos que votamos por él. Ganó, y… ¿Qué pasó con las tepocatas y las víboras prietas? Esos reptiles continuaron impunes durante su mediocre sexenio gracias a que los encubrió.
Instalado en la presidencia, Fox enseñó el cobre. Su corrientés, su ignorancia, sus dislates constantes, incluido su proceder torpe, lo evidenciaron. Con ese proceder demostró su verdadera personalidad. Después de él -se rumoraba en todas partes- cualquier improvisado podría ser presidente. CaldeRon lo confirmó. Seis años después, Peña Nieto lo reconfirmó, ¿alguien lo duda?
Posicionado en “la grande”, el guanajuatense manifestó su saña contra López Obrador, en virtud de que éste, desde que era jefe de gobierno del DF, se perfilaba rumbo a la presidencia, “detalle” que frustraba los planes del ranchero: imponer a su mujer como candidata. Ella, que se creía la Evita Perón mexicana, no tenía la mínima posibilidad de ganar teniendo a AMLO enfrente, independientemente de su evidente incapacidad. Eso lo sabía Fox, pero no abandonó su propósito, se montó en su macho (como él dice) y promovió el desafuero del tabasqueño para dejarle el campo libre a su Martita. Es bien sabido que el desafuero no prosperó. Debido a su frustración, durante 18 años Fox ha incubado un odio inocultable hacia AMLO. “Nunca hay que odiar a nadie” (Juan Rulfo: Pedro Páramo).
Desde que Fox salió de la presidencia, su protagonismo en múltiples foros sólo le ha servido para hacer el ridículo; donde se presenta es abucheado por haber defraudado la confianza de los mexicanos (y de las mexicanas, como él suele decir, debido a su ignorancia de los géneros gramaticales).
Fox recurre persistentemente a los tuits para ofender al presidente. La crítica es esencial en la democracia, sin embargo, criticar no significa ofender. Además, él no tiene la mínima calidad moral para criticar nada ni a nadie. El que esté limpio de culpa… Su desprestigio trasciende las fronteras. Por si fuera poco, en cada uno de sus tuits comete errores ortográficos elementales. Ya está viejo para ir a la nocturna, sin embargo, no estaría mal que busque, en su propio beneficio, un asilo para adultos mayores donde le den su chopita, lo tengan tranquilo y le aprieten las riendas, frase muy de él.
Colofón
En uno de sus múltiples tuits ofensivos destinados a “López” (así le llama él al presidente), escribió -con errores ortográficos- que México nunca había tenido un presidente así. Poca Vergüenza.