Política

Guerra digital

  • Columna de Ivette Estrada
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  • Ivette Estrada

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¿Cómo son las batallas que lanza ahora Estados Unidos y la India contra China, cómo se crea una imagen negativa de los adversarios políticos y de la competencia comercial, cuál es el campo de batalla de las nuevas guerras?

En esta era se fortalece un negocio que crea o entierra la reputación de empresas, partidos políticos o marcas.

Es una industria que se vale de mentiras, exageraciones y ataques. Va más allá de la tecnología: emplea criaturas cibernéticas o humanos con poder tecnológico, pero también bigdata e inteligencia artificial (IA). Paradójicamente, los operadores no son temibles. Se trata de empleados en condiciones precarias y sueldos bajos que ignoran la enorme maquinaria que operan.

Estos son algunos elementos con los que se crean las guerras digitales. Y no se generan por convicciones o ideales, sino para generar negocios y altos dividendos.

Los bots (robots) de Twitter son cuentas automatizadas que hacen tareas mecánicas, generalmente distribuir spam (correo electrónico no solicitado que se envía a un gran número de destinatarios con fines publicitarios o comerciales), retuitear mensajes con determinadas palabras o repetir el mismo mensaje con distintas cuentas cuando aparecen ciertos hashtags (etiqueta con palabras clave).

Los perfiles falsos son cuentas de nombre inventado y foto robada, manejadas por personas reales (esta técnica se llama sockpuppeting). Se utilizan comúnmente en las campañas políticas, pero también comienzan a popularizarse en las marcas de la iniciativa privada. La evolución natural de ambos es el cíborgo criatura cibernética compuesta de un perfil falso y semiautomatizado que contamina las redes y se cría en las granjas de trolls.

Las granjas de trolls son una especie de call center donde cientos de personas crean, manejan y monitorizan cientos de miles de cuentas cíborg (es decir, criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos para mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología). No necesitan ser programadores, solo manejarse en las redes y gestionar un enjambre de cíborgs en distintas misiones.

Estos instrumentos de las guerras digitales se emplean para generar interés en torno a un nuevo producto: para ello se buscan espacios de interés y producen cientos de comentarios positivos y los disemina rápidamente por medios, foros y tiendas online. Si el cliente quiere deshacerse de la competencia, el enjambre hace el mismo proceso, solo que ahora en lugar de exaltar, difama. El enjambre ataca en grupo: los perfiles falsos se enlazan y se dan la razón unos a otros, tanto para defender un producto como para destrozar a un rival. Ahí emplean abusos verbales o acaban con un tema con base en la provocación.

También buscan humanos afines a los que alientan. Hacen astroturfing (campañas de propaganda que parecen haber surgido de manera espontánea, como un movimiento desde las bases).

Los clientes más habituales son candidatos electorales, partidos políticos y gobiernos que combinarán los trolls con agresivas herramientas de bigdata y marketing personalizado y la segmentación por perfiles de plataformas como Facebook y Twitter.

Los regímenes autoritarios no son los únicos que usan la manipulación organizada de las redes sociales. Ni siquiera son los mejores. Los primeros registros de gobiernos que manipulan la opinión pública son de democracias. Las innovaciones en las tecnologías de comunicación suelen venir de partidos y surgen durante campañas electorales de alto nivel.

Ahora, usar propaganda para modificar comportamientos no es nuevo, ni siquiera en la red. El ejército de Estados Unidos ya contrataba empresas en 2011 para manipular las conversaciones online con miles de cuentas falsas. También distribuía propaganda estadunidense en árabe, persa, urdu y pashto. Pero en Gran Breaña surge Cambridge Analytica y se empiezan a utilizar tácticas militares en el terreno político. Es heredero de SCL Group. Mientras éste proporcionaba datos, análisis y estrategia a gobiernos y organizaciones militares en todo el mundo, y su especialidad eran las operaciones psicológicas (psyops) en países como Pakistán y Afganistán, Cambridge Analytica hereda esa experiencia para llevarla a la batalla política.

La agencia de trolls más famosa del mundo se llama Internet Research Agency y tiene su sede en San Petersburgo. Esto no significa que todas las granjas de trolls estén en Rusia. De hecho, hay granjas que operan en México y en la India. Las más grandes son chinas, como IRA, que trabaja al servicio del gobierno.

En sí, el negocio es ganar dinero haciendo campañas contaminantes, distorsionar la realidad con ayuda de cientos de trabajadores precarios, ordenadores conectados, teléfonos móviles y mucha electricidad. Y, paradójicamente, también mucha oscuridad.

* Escritora. Autora de Bendiciones de la Luna y Las voces de Dios.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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