La resiliencia o capacidad de superar las situaciones traumáticas ya es una asignatura en los planes de estudio de muchas universidades a nivel mundial, pero tiene una fuente natural u orgánica en las personas felices.
Acceder a la “nueva normalidad” laboral ahora implica poder optimizar operaciones, acelerar la digitalización, transparentar gastos, reinventar las ventajas competitivas y cocrear el futuro de trabajo. Es decir, acciones que solo podrán realizarlas los empresarios felices… por irónico que parezca en una pandemia.
Sin embargo, las circunstancias solo representan 33 por ciento de la felicidad. Otra tercera parte es la predisposición genética y el resto son las actividades que realizamos. Es decir, más allá del Covid-19, sí podemos crear la felicidad, porque no solo es un factor heredado o circunstancial.
Aunque algunas investigaciones encuentran que los niveles de felicidad son diferentes en cada individuo (porque se tienen elementos genéticos que son fijos, inmunes al tiempo e inalterables), otra porción de la felicidad obedece a las circunstancias de la vida. En ellas, las vivencias positivas tienen mayor impacto que las negativas, pero suelen ser poco prolongadas. Sin embargo, la felicidad también depende de lo que cada uno hace y piensa en su vida cotidiana.
En general, los expertos en psicología positiva reconocen cinco áreas cruciales para construir la felicidad:
1. Salud. En esta primera categoría se engloban cinco actividades: comer equilibradamente, hacer ejercicio físico, dormir, meditar y simular felicidad. Esta última porque activa un mecanismo neuronal que hace que la experiencia emocional se sincronice con la expresión.
2. Capacidades o dones. A esta categoría pertenecen cinco actividades: identificar y usar las fortalezas, ser amable, expresar gratitud, saber perdonar y practicar la espiritualidad o asumir que existe un poder superior a la realidad tangible. Esto incide en superar las propias capacidades de realización.
3. Comunicación. Es la interrelación y conexión con los demás. Implica fortalecer nuestras redes sociales físicas y virtuales. Para ello es recomendable intercambiar experiencias benignas.
4. Ser positivo. El escribir un “diario de gratitud” desarrolla tales habilidades porque nos permite centrarnos en lo bueno que ya poseemos.
5. Decidir. Esta acción debe satisfacer necesidades y evitar quejas y comparaciones. En general, muchas preocupaciones y frustraciones ocurren en el campo de las decisiones porque se teme carencia, incompetencia, falta de apoyo y otras deficiencias en el futuro.
Aunque los hábitos de felicidad pueden restringirse a la vida personal, generarlos en una organización permite que se catapulten ideas, soluciones y talento.
Finalmente, ¿por qué solo los empresarios felices pueden generar acciones de crecimiento en sus organizaciones y transitar en la “nueva normalidad”? Porque existe un nexo muy fuerte en la generación de soluciones/creatividad con el grado de felicidad que cada uno posee.
* Escritora. Autora de Bendiciones de la Luna y Las voces de Dios.