Shock y pavor. Como el nombre de la doctrina militar que EU aplicó contra Irak en su guerra de 2003-2011, así fue mayormente la reacción mundial ante el triunfo del demagogo y multimillonario mediocre Donald Trump, quien se pretende un outsider aunque su gabinete estará integrado por figuras identificadas con el sistema desde la extrema derecha más fundamentalista nucleada en los alt-right y el igualmente belicista y radical movimiento Tea Party, que de la mano del magnate neoyorquino accederá por primera vez al poder.
El celebrity Donald Trump, maestro de la manipulación mediática como su referente italiano Silvio Berlusconi, ambos deliberadamente soeces y transgresores para lograr “entrar en las casas”, logró ser votado por un abanico de electores de todas las edades, razas y niveles educativos mucho más amplio de lo que inicialmente se pensó, atraídos por un discurso “antisistema” basado en tres ejes: la inmigración, los empleos y la recuperación de la “grandeza de América”, un eslogan que evoca el proyecto de dominación nazifascista de Adolf Hitler. De ahí la inquietud mundial ante la llegada de Trump a la Casa Blanca, además del cambio de paradigma que supone su retorno al proteccionismo.
Como en el magistral “Poema de los dones” del argentino Jorge Luis Borges, donde el poeta alude a la paradoja que supone padecer de ceguera siendo un amante de las bibliotecas, también el presidente electo de la primera potencia mundial encarna la gran paradoja de ser un paladín de la antiglobalización, cuando hace 35 años fueron EU y Gran Bretaña –que sorprendió a su vez con el Brexit- con Ronald Reagan y Margaret Thatcher los principales impulsores del modelo neoliberal y de apertura total de los mercados. El movimiento independiente ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción
Ciudadana), nacido en Francia en 1998 y presente en 35 países con su lema “Otro mundo es posible”, se opuso con fuerza a la globalización despiadada que construyó “su propio Estado desestructurando las economías nacionales a costa de más inseguridad y mayores desigualdades sociales”, como afirma en su declaración de principios que bien podría ser suscrita por los casi 60 millones de votantes que le dieron la victoria al rico de Nueva York.
Sin embargo, no está entre las metas de Trump propiciar, como ATTAC, la movilización social frente a la hegemonía de las finanzas internacionales que han llevado a la precarización de los empleos y los salarios –uno de los principales reclamos de la base trumpista- y a la conversión del planeta –y los hombres– en una mercancía; como tampoco proteger los recursos naturales y el medio ambiente cuando el nuevo gabinete incluye a connotados negacionistas del cambio climático a favor de los intereses de Exxon Mobil o Dow Chemical Company.
Un escenario que sin duda, como en otros ámbitos de la vida doméstica de EU, propiciará una toma de conciencia mayor sobre la necesidad imperiosa de gobiernos y sociedades de movilizarnos en defensa de los derechos humanos, contra la discriminación y a favor de la vida en el planeta y de lo logrado hasta ahora con la suma de esfuerzos, como enseña la recién finalizada cumbre de la ONU sobre el clima, la COP22, en Marrakech.
Los partidos y gobiernos de ultraderecha en Europa e Israel se congratularon por el triunfo de Trump, que supone un aliento a las fuerzas más retrógradas como el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia y a aquellos que a nombre del judaísmo están dispuestos a barrer con la idea de un Estado palestino soberano junto al Estado de Israel, según prometió la ONU hace casi 70 años: hallándose hoy el pueblo palestino más cerca que nunca de desaparecer a manos del expansionismo israelí.
Trump y su equipo de “halcones” también podrían anular el histórico acuerdo logrado en 2015 entre Irán y el Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania (el “grupo 5+1”), lo que volvería a escalar la tensión en una de las zonas más con ictivas del planeta. De ahí que el connotado lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky, de 87 años, afirme que el Partido Republicano que emergió de las urnas con Trump es “la organización más peligrosa en la historia mundial”, por su rechazo al cambio climático y su aliento de las armas nucleares.
@ireneselser